LA ACEPTACIÓN
Resulta inimaginable poder superar la muerte de un hijo. Debe ser uno de los hechos más traumáticos que le puede suceder a cualquier ser humano. Y reflejar cinematográficamente esta circunstancia tan paradigmática debe ser un desafío bastante alto, ya que la gran cantidad de sentimientos que deben involucrarse a esta situación implican un arduo trabajo a representar. Asumiendo este riesgo, el director Savi Gabizon presenta Descubriendo a mi hijo, film de origen israelí en el cual un hombre adinerado sin hijos se encuentra con su novia de la Universidad. Allí descubre que, cuando rompieron, veinte años atrás, ella estaba embarazada. La segunda cosa que descubre en ese encuentro cambiará su vida para siempre: su hijo falleció hace pocos días.
De ritmo cansino y de mucha reflexión, la película va transitando la aceptación de este hombre sobre su paternidad y la aún más complicada desaparición física de su “sucesor”. Se verá cómo poco a poco comenzará a frecuentar lugares, conocer amigos, visitar escuela. Todo aquello que pertenecía al mundo de su hijo. Este devenir de “conocimiento” provocará que cada concepción que tenga sobre determinadas circunstancias se vea trastocada o movilizada por hechos realizados por el joven, lo cual le hará replantearse cada pensamiento.
En este marco, Descubriendo a mi hijo tiene características particulares aportadas por la cultura de su país de origen, las cuales son muy diferentes a las de estas tierras. Y si bien podemos tenerlas en cuesta, no impide observar que en varios pasajes resulta errante, como no sin saber bien para dónde dirigirse, tropezando en algunos momentos y contradiciéndose en otros. Sin embargo, si se analiza la circunstancia puntual de la historia, un hombre que después de 20 años se entera que es padre y que en el mismo momento le dicen que su hijo murió hace muy poco tiempo, ¿no sería lógico que su comportamiento sea errante? ¿Que sea confuso y contradictorio?
Esta es la sensación que deja Descubriendo a mi hijo, una producción que busca reflejar la mayor pérdida que puede tener un padre o una madre, de una manera introspectiva, complicada y desordenada. Depende de quién observe, estamos ante una obra maestra o un trabajo fallido.