Descubriendo a mi hijo: Los accidentes de la vida.
Un hombre se entera de la existencia de su hijo al recibir la noticia de que falleció en un accidente automovilístico, otorgándole la extraña oportunidad de ser padre póstumo.
Descubriendo a mi hijo (o Longing), llega con un estreno humilde a algunas salas de nuestro país después de tener su lugar en el Festival de Cine Internacional de Toronto el año pasado. Aunque si hizo bastante ruido jugando de local al conseguir 13 nominaciones en los premios Ophir, los Oscars israelíes, llevándose a casa los premios por Mejor Guion y el de Favorito de la Audiencia.
El desencadenante de toda la trama es la información con la que nuestro protagonista arranca la película: hace 19 años su ex descubrió que estaba embarazada y tuvo un hijo sin decirle nada. Pero inmediatamente viene acompañada de una tragedia que no le da tiempo ni de acomodarse, ya que se está enterando ahora porque el joven falleció recientemente en un accidente automovilístico.
El guion de este drama se encarga de hacerlo impredecible, encontrando vueltas de tuercas más que interesantes una y otra vez. Con un tono que se mantiene en ese popular terreno que mezcla la pesadez de la tragedia dramática realista con una liviandad que no depende tanto del humor, a pesar de que lo tenga, como sí lo hacen otras alternativas más comerciales y genéricas. La tragedia fue el disparador de esta historia, pero de ninguna manera entierra el viaje de un hombre con la intención de conocer todo aspecto posible del hijo que no sabia que tenia y que acaba de perder.
Poco a poco, vamos descubriendo junto a él la vida que tenia su hijo. Con una progresión realmente estupenda aprendemos cada vez más como era, al igual que nos topamos con detalles que pintan un retrato detallista de un conflictivo adolescente. Su escuela, amigos y afectos irán presentándose para asegurarse de que tanto el protagonista como la audiencia pase un buen rato sin saber como procesar la existencia de una persona que significa tanto ahora que ya no esta.
Es realmente un film que encuentra la forma de reinventarse continuamente, al punto de que la segunda mitad es prácticamente una película totalmente distinta. Pero todas sus transformaciones parte de una base emotiva y humana que sostienen cualquier revelación con una estructura más que sólida. Una pequeña sorpresa que resulta muy fácil de recomendar, y que definitivamente hace que el 2019 arranque con un buen pie para el saludable cine menos comercial.