Si tuviéramos que elegir la mayor virtud de Peter Jackson como cineasta, sin dudas, sería su ilimitado poder creativo. A lo largo de su carrera, supo interpretar mundos complejos y plasmarlos con magnificencia en la pantalla grande. Imprimió fantasía en la oscura historia de Criaturas Celestiales, se animó a darle vida y movimiento a la prestigiosa trilogía literaria El Señor de los Anillos, rehizo una versión más artística y romántica de King Kong y, en su nuevo trabajo, volvió al terreno del crimen con su inajenable dosis de ilusión.
Desde Mi Cielo marca el regreso de este visionario director tras la épica aventura del simio en la gran ciudad. En este caso, cuenta la historia de Susie Salmon, una chica de 14 años asesinada brutalmente por su vecino, el intrigante Sr. Harvey. Una vez fallecida y sumergida en un espacio imaginario (que se da a entender como una antesala al paraíso), observa el dolor de su familia tras la tragedia y la impunidad que goza el criminal.
Más allá de la crueldad del hecho que desata el conflicto de la película, hay lugar para la distensión y humor. El personaje de Susan Sarandon, la abuela de la difunta, contribuye como una moderna sexagenaria que llega al hogar para ayudar a sobrellevar el duelo. Los padres, por su parte, son interpretados por Mark Whalberg, muy prolijo en su papel, sin sobreactuar los momentos dramáticos, y Rachel Weisz, con menor aparición pero igual de solidez.
Las dos personificaciones más notables son las de Saoirse Ronan (la delatora de Expiación, Deseo y Pecado) y Stanley Tucci (cuya larga trayectoria empezó a darle notoriedad tras su participación en El Diablo Viste a la Moda). Ella sostiene su protagónico logrando el desafío de interactuar, generalmente, con situaciones de ciencia ficción y hacer sufrir a su personaje sin que parezca demasiado forzado. El segundo encarna al villano de la historia, cuya debilidad es atacar a adolescentes. Por momentos es aterrador y repulsivo, mientras que por otros carismático y comprador. Como Christoph Waltz en Bastardos Sin Gloria, creó un ser despreciable, pero lo suficientemente humano para establecerlo como de antología.
El gran espectáculo de este film es el despliegue visual. Si Jackson ya había quebrado barreras en el pasado con el uso de efectos especiales (cómo olvidar la fascinación que Gollum produjo), esta vez no solo reinventa nuevos paisajes creados digitalmente, sino que más que nunca los sujeta a las necesidades de la historia. WETA Studios, responsables también de Avatar, siguen marcando una bisagra en la historia del cine.
El diseño de producción es perfecto. Las diversas planicies imaginadas por la víctima del crimen se fusionan y conciben un mundo poético, que muta según lo que transcurre en la realidad de los vivos. La escena en donde las botellas gigantes chocan contra las rocas de la orilla y se despedazan merece una reverencia.
Otros aspectos técnicos a destacar incluyen el uso estratégico del sonido y la fotografía de Andrew Lesnie, que ayuda a aterrar, iluminar rostros en medio de la oscuridad, fomentar la imaginación y apreciar planos amplios.
El error de esta obra es que la historia queda chica y desarrollada pobremente para la súper producción en la que está contenida. La investigación del asesinato entra y sale del primer plano, con un progreso desparejo que deja algunos cabos sueltos. El recurso de la voz en off, usada por “la niña Salmón”, no es aprovechado eficientemente y no agrega nada a la historia, salvo algunas conclusiones demasiado literarias. Pero estas falencias en el ADN de la película, su guión, no desmerecen la habilidad de Jackson (junto a las guionistas Fran Walsh, su esposa, y Philippa Boyens, coequiper históricas) de abordar temas cruentos sin golpear bajo ni caer en la lágrima fácil.