Una resolución conformista
El relato de una violación y de un crimen, narrado desde la joven protagonista, hubiera merecido un tratamiento que pudiera sostener la tensión dramática de las diferentes situaciones que se van desencadenando; y no haciéndose presente sólo en cuestiones puntuales.
A quince años del estreno de su notable film Criaturas celestiales (recientemente editado en DVD) podemos llegar a observar cómo Peter Jackson, realizador de origen neozelandés, pudo llegar a ser seducido y capturado por la maquinaria exitista y convencional de lo que exige el Hollywood de hoy. Lejos ya de internarse en el tenebrismo de lo siniestro, como lo lograba en el film citado interpretado por la hoy muy reconocida Kate Winslet y Melanie Lynskey, quienes construyen una realidad paralela que asomará a la tragedia, en el film que se ha estrenado esta semana, basado en el best seller homónimo de Alice Sebold publicado en 2002, elige una fórmula que termina por disolver toda señal de ambigüedad apelando a una resolución conformista y reparadora.
El relato de una violación y de un crimen, narrado desde Susie, la joven protagonista, cometido por un asesino serial que se acerca a niñas y adolescentes de manera aparentemente gentil, cuya figura ya conocemos desde el inicio, hubiera merecido un tratamiento que pudiera sostener la tensión dramática de las diferentes situaciones que se van desencadenando; y no haciéndose presente sólo en cuestiones puntuales y perdiéndose a lo largo de la narración.
Desde su cielo personal, visión almibarada y refulgente del paraíso de los justos que se le promete a los seres sufrientes, vamos asistiendo a una reconstrucción de los hechos y a una situación de presente, en la que podemos reconocer la conflictividad dramática en la que queda subsumida una familia cuya hija, en un primer momento ha desaparecido. Situación que inmediatamente llevará a otra confirmación, a partir de ciertos elementos, objetos, prendas, que la identifican como una víctima.
El título original del film, The lovely bones remite a un espacio, a un lugar, donde el asesino ha escondido las partes de los cuerpos mutilados, considerados por el como piezas de trofeo. Y es precisamente, la figura del asesino, el enigmático vecino, que observa celosamente conductas sospechosas, uno de los puntos más logrados del film. Su vínculo con la familia Salmon, la familia de Susie, la manera en que poco a poco despierta cierta intriga y rasgos de perversión son algunos de los aspectos que permiten que el film adopte otro tono, adquiera otro ritmo, mantenga en vilo al espectador.
Desde su figura, compuesto por un excepcional Stanley Tucci (nominado para el Oscar como "mejor actor de reparto"), el film va a volver a conectarse con algunos pasadizos amenazantes de Criaturas celestiales. Pero la visión del mundo doméstico de los Salmon, la ocasional presencia de la ley, el estereotipo caricaturesco que alcanza Susan Sarandon, en el rol de una abuela que deberá asumir (con humor y desenfado extremo) la conducción del grupo familiar, atentan contra el planteo dramático que las expectativas marcaban.
En contraste con lo que pretende ser el infierno en la tierra, desde su cielo personal Susie va atravesando escenarios que oscilan entre escenas publicitarias y mundos oníricos, digitalizados, en una suerte de Arcadia, reconstruyendo un film narrado desde dos propuestas diferentes: la que alguna vez identificó a su director y la que hoy se acepta a ojos cerrados en el mercado.