No, yo no quiero escribir más. Me siento frente al documento en blanco por segunda vez y les juro que lo intento, me esfuerzo, pero no puedo hacerlo.
Me pregunto por qué ahora y no antes. Me pregunto también qué tendrá Desde mi cielo que provocó esto en mí.
Muchos pensarán que es tan mala que me quitó las ganas. He leído comentarios de ese tipo, pero no; no hay nada más lejos de eso.
Desde mi cielo es una película fascinante. Sí, aún a pesar de que el guión parece no cerrar por ningún lado; créanme que los entiendo a todos los que dicen eso, pero para mí sí cierra. El tema es que me cuesta explicarles por qué. En realidad, ni lo intento, porque tal vez no lo entenderían. Y no es porque los subestime, pero hay algo en esta historia que excede a la mera comprensión lógica.
¿Alguna vez se sintieron en contacto con alguien que no esté en este plano de existencia? No estoy hablando de ver fantasmas, porque Susie Salmon no es precisamente un fantasma – al que solo se haya quedado con eso, le pido que abra un poquito su mente, más que nada su corazón. Porque ahí radica el quid de la cuestión. Desde mi cielo no es una película para racionalizar. Es verdad que no se explica por qué varios de los personajes obran de determinada manera desde la muerte de Susie. Pero también es cierto que hay sensaciones en la vida real que resultan imposibles de definir. Vuelvo a preguntarlo, ¿nunca sintieron la presencia de alguien que ya no está físicamente en la Tierra? Bueno, yo lo siento muy a menudo y no puedo explicarlo. Entonces comprendo las “razones” de esos personajes, que actúan como motivados por nada, o quizás solo por una sensación, un movimiento, una brisa: por la presencia invisible de Susie, que para los suyos nunca se fue.
Particularmente, creo que Jackson se arriesgó mucho al hacer esta película. Y tal vez por presión de los estudios, o de los medios, o simplemente de la audiencia popular que lo conoció masivamente gracias a su trilogía histórica (es obvio que no tengo ni que mencionarla) no se animó a jugarse del todo, y por eso planteó una historia fantástica, poética, que transcurre en esa especie de purgatorio celestial al que llega la protagonista, pero la entrelazó con una trama policial-terrenal poco sólida, en su afán de no decepcionar a nadie. Y lamentablemente no funcionó del todo, porque los personajes parecen poco desarrollados, como pobres a nivel dramático por momentos. Y creo que eso se debe justamente a lo que decía antes, a que no se jugó del todo. Se quedó a mitad de camino entre la lógica y el realismo. Pero – retomo palabras del principio – acá no vale ninguna de las dos componentes. Desde mi cielo podría tener su propia lógica, inexplicable para muchos, pero definitivamente el toque forzado de realismo en el que Jackson trató de anclar su película, en lugar de consolidar el relato, lo hace tambalear. Es que se está tan bien en el cielo que cuando la historia retorna a la Tierra, por momentos hasta irrita. Dan ganas de seguir volando eternamente por ese universo mágico y de una belleza visual incomparable.
Entiendo a Peter, en serio; no es fácil animarse a hacer una película así en el circuito mainstream. Pero él lo hizo, y a pesar de todo, es admirable su osadía y el resultado final no deja de ser sorprendente.
Sigo insistiendo, ya no quiero escribir… no cuando se trata de películas así. Sólo quiero sentirlas, porque para eso fueron hechas. Sólo me queda una duda… ¿todavía estaré acá, o me habré quedado entre esas nubes y océanos celestiales, contándoles todo esto “desde mi cielo”? La verdad, ya no me interesa saberlo. Sólo quiero seguir sintiéndome así…