La vida continúa
Los adolescentes de ahora viven en el limbo. Algunos se pasan el día pensando en el amor y en los pajaritos mientras otros prefieren andar borrachos, pichicateados y teniendo sexo promiscuo hasta en las plazas. Je. A diferencia de estos jóvenes sin futuro, el vecino de Susie le saca pasaje sin escalas al limbo de los muertos, después de haberla violado y asesinado.
Desde la frontera con el más allá, la difunta observa y narra la vida de su familia y compañeros de escuela, la depravación de su asesino, el deterioro de la relación de sus padres, la forma en que sobreviven sus hermanos y la intentona de una freak por robarle el novio.
A partir del asesinato de la joven, la película alterna entre dos mundos paralelos. El limbo kitsch de Susie bien podría inscribirse en el género fantástico por su menjunje de sobrenatural y fantasía onírica. Esta nube de pedo coexiste con un mundo real, sucio y violento donde una familia no logra reponerse de la pérdida de un ser querido.
Oscilar entre estos dos espacios con sus respectivos y disonantes criterios estéticos no resulta atinado. Ambos mundos se opacan y mientras el colorido limbo de la joven violada termina siendo de mal gusto, el drama familiar pierde fuerza dramática entre tanto floripondio lírico.
Para hacerle justicia a Desde mi cielo, hay que agregar que el ecléctico Jackson es un conocedor del oficio y habrá que reconocerle algunas decisiones acertadas que incluyen el casting de actores, los montajes en paralelo del primer tercio de la película y las primeras escenas de la mudanza al limbo.
Y hablando de hacer justicia, ¿la forma estúpida en que muere el asesino y ese final Narosky en el cielo fraternal de las violadas, no es un insulto a la inteligencia?