Susie en el (otro) cielo con diamantes
Discutida, la adaptación de Peter Jackson del best seller de Alice Sebold, sobre una niña asesinada que observa a su familia –y a su verdugo– desde el más allá, es una vigorosa, creativa, desbordada declaración de amor al universo de las imágenes.
En 2002, Alice Sebold publicó The Lovely Bones, una novela tenebrosa pero tierna que fue best seller. Era la historia de Susie Salmon (“como el pez”), 14 años, la mayor de tres hermanos de una familia suburbana en los alegres setenta. Volviendo a casa desde la escuela, Susie es capturada, como un animalito, por un vecino llamado George Harvey, que la viola y la mata. El texto de Sebold estaba escrito en primera persona: desde su cielo, la voz de Susie relataba, con los involuntarios hallazgos poéticos de los chicos, la forma en que su familia –la mamá Rachel Weisz, anestesiada por el dolor, el papá devastado Mark Wahlberg, la abuela borrachina Susan Sarandon, sus dos hermanos menores– intenta digerir la pérdida.
A la vista de su adaptación cinematográfica, podría imaginarse sin esfuerzo que la historia de Sebold hubiera llevado impreso un aviso de “en caso de traslado al cine, que quede en manos de Peter Jackson”. El material parece nacido para la imaginería visual que marca la casa del neocelandés –quizá también el Tim Burton menos sweety o el David Lynch más ATP podrían haber sacado buen provecho de este asunto–.
Jackson, como bien saben los seguidores de su cine, confía en una imagen antes que en mil palabras. Le basta un plano –raro, caprichoso– para hacernos saber que estamos en presencia del monstruo: Harvey pasa, visto a través de la ventana de una casa de muñecas, su ojo magnificado, un gigante aniquilador sobre la inmaculada habitación en miniatura, la presentación del mal. Una idea visual que dialogará, en tensión, con la de otra miniatura obsesiva, los barquitos encerrados en botellas que arma Susie, un poco a desgano, con su entusiasta padre. Pero éstos, claro, jamás se ven desde la perspectiva del barco. Hay otro hobby, el del vecino extraño y sus rosales. Y así, a lo largo de un film en el que las ideas, funcionales al relato, se juegan con libertad, sin miedo al qué dirán, aun algunas reiteradas y otras probablemente excesivas: el cielo-la muerte es más lindo que la tierra-vida y allí uno se lo pasa mejor, una idea queaparecía en Muertos de miedo. Pero la creatividad no tiene que ver con la perfección, sino con el entusiasmo. Y el film de Jackson rebosa pasión por su historia y la forma de contarla.
Junto a sus guionistas habituales Fran Walsh y Philippa Boyens, el director de El señor de los anillos juega con lo real y lo fantástico, como en Criaturas celestiales, pero sin renegar de los géneros involucrados: un policial negro sobre un asesino serial, un dramón familiar y una película de fantasmas lisérgica de nuestros días.
Susie (la estupenda Saoirse Ronan) es pura, como debe serlo el personaje que represente la inocencia destruida, a todos los niños abusados, maltratados, asesinados, en todos los cuentos, novelas o noticieros de la historia. Pero también es sexuada, acalorada por un chico de manera muy real. Los apuntes domésticos, los diálogos de la familia son igual de terrenales, con las fricciones propias de la convivencia con adolescentes que gritan: “En esta casa no se puede ser creativo” cuando no le compran más rollos fotográficos.
Lo fantástico está en ese cielo, claro, el nuevo mundo que a la niña se le aparece como un paréntesis incierto, de deslumbrante belleza psicodélica y hippona –son los setenta, ¿no?–, frente al mundo de abajo, donde el buen vecino puede esconder cadáveres en el sótano y un campo de maíz se parece a un cementerio tenebroso. Susie vive en el horizonte-purgatorio, sin irse del todo pero ya no aquí. Y también ahí, en un lugar fronterizo se inscribe la película que la sigue. Entre el suspenso, el lirismo desatado y la abierta atracción por lo oscuro y lo corrupto, rubricado en el Harvey de Stanley Tucci, un malo temible y despreciable.
Para algunos, Desde mi cielo abarca mucho y aprieta poco, pierde eficacia en su abrazo transgenérico. En Estados Unidos la crítica la trató con tibieza. Disparó contra la abundancia de dispositivos artie colorinche que ilustran el limbo de Susie. Losvio como obstáculos al potencial emocionante del relato. Es posible que las sobrecogedoras imágenes del cielo –que el libro apenas describe– enfríen el poder dramático. Pero frente al desafío de trasladar al plano visual una novela con niña muerta que habla desde el más allá, Jackson elige volar un poco. Sin perder el hueso, la audacia original de exponer esa muerte terrible con el filtro de la mirada infantil, como contando un cuento para niños.
De hecho, la película borra toda referencia a la violación, que la novela describe penosamente. Quizá Jackson y su equipo creen ya hay dolor suficiente en el hecho de arrancar a alguien de esta vida. Y que el espectador, aunque no se le muestre, ya sabe, ya vio, no necesita más. A Jackson le interesan más otros efectos, la exploración de esos bordes entre el más allá y el más acá, parecidos, nos dice, a los que separan el sueño de la vigilia.
Desde mi cielo es capaz deconmover tanto por el dolor de la pérdida como por sus imágenes deslumbrantes. Sabe que la ausencia puede ser cercanía, no sólo distancia. Por momentos, Jackson filma espacios soñados por alguien. Descubre que aun en el dolor y el horror puede aparecer belleza. Será por eso que, más allá del impacto de su virtuosismo visual, la película queda girando en la cabeza. Como una experiencia intensa, de esas que, a veces, es capaz de deparar el cine.