Criatura celestial
Vaya uno a saber qué le habrá pasado a Peter Jackson por la mente al realizar su nuevo film, tras la megalomana visión de la trilogía de El Señor de los Anillos y la remake de King Kong, cuando decidió cruzar géneros tan incompatibles como opuestos y disímiles en tono y forma.
Y es que, Desde mi cielo, en efecto, parece no una sino dos o tres películas que, sumadas, no se sabe si forman un todo o si, por el contrario, en el fondo se tratan de una nada absoluta.
Si una parte (la mejor y realmente excelente) trata sobre el dolor de una familia por continuar la vida luego de la muerte de una hija, la otra (decididamente peor) se empecina en endulzar el argumento narrativa y visualmente, al punto de que por momentos uno no sabe si esos pomposos efectos digitales pertenecen una cinta del más fastuoso Hollywood o acaso a los de un video de una fiesta de 15 de alto presupuesto.
¿Cómo conviven estas contradicciones en los 135 minutos de duración? La respuesta es, lamentablemente, simple: no lo hacen. La tragedia omnipresente, por más que edulcorada en secuencias cuasi oníricas, podría prescindir completamente de una paralela narratividad mediocre, y ésta última parte podría quedar relegada a un segundo plano donde no molestaría demasiado, o comerse al resto del film para emparentarse con la igualmente triste (en el mal sentido de la palabra) Más allá de los Sueños, aquella con un Robin Williams descendiendo junto a la audiencia al más profundo de los infiernos.
En el medio, dicho sea de paso, unos pasajes con ecos de un "Chiquititas" de Cris Morena, terminan de embarrar un film que, contado de otra manera -o, simplemente, contado de una sóla manera y no dos o tres- pudo haber sido mucho más interesante.
Para mal de males, el mensaje incierto que deja en el aire una sensación de angustia ocasionada por una filosofía que parece querer decir "las cosas simplemente pasan y así hay que dejar que sucedan", ni siquiera consigue redención en un atisbo de "justicia divina", cuando el monstruo de la película (el asesino-pedófilo, por supuesto) encuentra un desenlace a tono con un gag de Tonto y Retonto.
Desde mi Cielo es, así, un film definitivamente agridulce, equivocado en todas sus proporciones.