Con una educación sexual a cargo de una madre alcohólica y drogadicta, que se pasea con una serpiente entre las piernas, las hermanas Ofelia y Lucía viven el sexo de una manera tan intensa como opuesta. La primera (Pampita, en su debut cinematográfico), abraza su deseo constante sin dudas ni prejuicios. La segunda (Mónica Antonopolus) lucha contra la represión. En su casamiento, hay reencuentro familiar, con los hombres de ambas, y los deseos se mezclan.
Con ecos de Armando Bo y, alguien dijo, la irreverencia del primer Almodóvar (aunque sin la corrosiva acidez que supo tener el manchego). Con música de Sandro y una puesta en escena virtuosa, que saca provecho de sus bellos protagonistas, de una locación increíble y unos años setenta de álbum de fotos. El director Diego Kaplan ha hecho una película tan divertida como incómoda para espectadores sensibles, en la que el sexo es tratado con una libertad y un desparpajo absolutamente desacostumbrado para el cine argentino. Desearás es un gran chiste, aunque no siempre funciona con la misma gracia. Que parece reírse, y homenajear a la vez, a diversos géneros: el melodrama, la comedia erótica setentista, el trash. Es probable que los desnudos masculinos frontales y algunas escenas de las que se hablará por un tiempo, como la del semen, le hayan valido la calificación con la que se estrena: prohibida para menores de 18 años.
Algunos dicen que será un clásico del futuro, film de culto cuyo póster colgarán de la pared los próximos estudiantes de cine. Lo cierto es que Desearás desoncierta desde la primera escena: ¿estamos ante una genialidad o una bizarrada extrema?, ¿es terrible o buenísima?, ¿juegan o va en serio? Kaplan y su equipo lograron un festival del exceso que te saca de tu zona de confort, que te incomoda, te obliga a buscar la película. Qué suerte que, de vez en cuando, algo sea capaz de generar ese corrimiento en los espectadores.