Diego Kaplan viene de dos películas protagonizadas por actores muy populares ("Igualita a mí" y "Dos más dos") y de buen rendimiento comercial. En esta oportunidad, arma un cast con intérpretes también conocidos por el gran público (con locales y una estrella brasileña) y fusiona un mix de ideas varias sobre el sexo, las relaciones complejas entre hermanas y los despertares hormonales, de dispar resultado.
Hay que decir sí, que todo lo que se ve en cuanto a la producción de "Desearás al hombre de tu hermana", luce prolijo y ajustado. No es una película donde las cosas parezcan al azar.
Kaplan elige un registro un poco desconcertante para su trama, porque si bien la cinta es y debe ser un drama, familiar y de búsqueda, de a ratos ofrece momentos donde vira hacia la comedia y ofrece situaciones que no parecen acordes al clima que se viene construyendo en el relato.
Estamos en los famosos ochenta. Qué década por Dios! En una alejada playa, se prepara el escenario para el conflicto central, una madre especial, dos hermanas que viven en un estado de eterna playa y descanso, un padre ausente. Las dos hijas de Carmen (Andrea Frigerio), Lucía (Mónica Antonópulos) y Ofelia (la famosísima Pampita Ardohain), vienen de momentos difíciles.
Han tenido lugar eventos en sus vidas que las han separado y no se hablan. Sin embargo, y sin mayores preámbulos, luego de una escena que preludia la importancia que tendrá el sexo en la cinta, la película arranca en el casamiento de Lucía. Ella es cantante, exitosa y se dispone a contraer enlace con Juan (Sorini), hombre al que parece, le atraen los desafíos de conquista sin mayores pruritos morales.
Ofelia llega al lugar invitada por su madre con su prometido. Viene del Amazonas y de vivir en forma silvestre y regresa al hogar ("La Soñada", una casa de verano con pileta, ideal para vivir siempre allí) con motivo de la fiesta y para reconciliarse con su hermana. Arriba con Andrés (Guilherme Winter), un simpático brasileño que hace lo mejor que sabe hacer: desplegar su sonrisa y buen semblante ante su familia política. Pero lo que parece un reencuentro incómodo, es sólo la punta del iceberg.
Las hermanas vienen de una historia brava de competencia y actividad sexual compartida en su juventud. Y esos sucesos las han marcado de una manera que parecen haber afectado su vida, para siempre. El hecho de que en el presente todos se encuentren aislados en una casa junto al mar, provocará que afloren reproches, atracciones peligrosas y sobre todo, asomarán los temidos secretos, en forma de objetos y de conductas.
Carmen entonces, esa gran mamá que dormía con una serpiente a poco de enviudar, será la encargada con sus apariciones de descomprimir el clima de tensión que se instala entre las mujeres: compiten todo el tiempo y son muy atractivas. Se sacan chispas tanto sea en esta edad adulta como cuando son evocadas en su adolescencia. La construcción de este vínculo estará clara para el espectador: tendremos el presente y el pasado todo el tiempo coexistiendo, como para mostrar a las claras que hay asuntos sobre los que trabajar.
Debemos decir que las escenas eróticas aportan algo de calor, pero no demasiado. El histrionismo de Sorini y el carisma de Winter traen humor y frescura, desconcertando de a ratos al espectador. ¿No es esta una historia que pinta para tragedia y eso debe respirarse en el aire todo el tiempo? Kaplan ambienta bien los escenarios y ensambla bien todos los rubros técnicos pero esta indescisión le resta puntos al resultado final.
Pero además, donde se percibe mayor debilidad, es en la conexión entre las hermanas. Antonópulos canta y compone su personaje con sus mejores recursos, pero a veces parece fuera de tono. Ardohain es todo voluntad pero su mayor aporte lo hace, sin embargo, desde lo no verbal.
Las dos intentan mostrar una relación tortuosa, pero no alcanzan a punzarse con convicción y eso afecta la fuerza de la trama. Se siente la falta de tono dramático (arranca y se apaga a los pocos minutos) y algunas pinceladas ocurrentes en los diálogos (sobre todo en los varones), diluyen el interés hacia el cierre de la cinta.
En resumen, "Desearás..." es un producto que se sale de la raya y provoca. Apela y desconcierta en su afán por conmover. Seduce, desde la belleza permanente en pantalla que trae el trío principal. Pero nada más. Las discusiones sobre la naturaleza del sexo y cómo se forman los gustos en esa materia, no logran ser definidos con precisión. Sí debo decirles que hay alguna escena en particular que puede quedar hasta en la memoria de los cinéfilos y ella sola hasta podría valer el precio de la entrada misma... No es lo que promete pero... Te puede funcionar.