Este relato se encuentra escrito por Erika Halvorsen (la autora de “El hilo rojo” y guionista de “Amar después de amar”) y dirigido por Kaplan (“Dos más dos”, “Igualita a mí”). La historia está ambientada en los 70 y posee una buena recreación de época que cuenta con varios elementos, la banda sonora es maravillosa, incluyendo conocidas melodías.
Este historia se encuentra focalizada entre la compleja relación de dos hermanas Lucía (Mónica Antonópulos, aquí hasta canta y como tiene experiencia a la hora de interpretar sale airosa en este nuevo desafío) y Ofelia (Ardohain, intenta ser femme fatale), y su madre Carmen (Andrea Frigerio, está estupenda, magnifica), a través del flashbacks conocemos mas de esta familia.
Vivieron distintos episodios, desde chicas, Ofelia siendo una niña montando un almohadón siente su primer orgasmo mientras mira una western en televisión junto con su hermana. Cae al suelo, con esa sensación que aun no logra comprender y su madre sin saber bien que pasó acude a atender a su hija, que camina por la casa envuelta en una enorme serpiente (esta representa algo especial en su vida); de adolescentes van viviendo varias situaciones complejas, hay un quiebre y terminan alejándose.
El reencuentro ocurre justo el día en que se casa Lucía (Mónica Antonópulos) con Juan (Juan Sorini, fue el “Petisero” en “Viudas e Hijos del Rock and Roll”), Ofelia se encuentra en pareja con Andrés (Guilherme Winter, “Moisés y los 10 mandamientos”), saltan fantasmas del pasado, rivalidades y fantasías.
Los temas relacionados con la sexualidad están a lo largo del metraje, situaciones melodramáticas, toques de humor y toques muy almodovarianos, delirio, erotismo, audaz, algunos diálogos recitados, un vocabulario algo grosero, una sucesión de excesos y temas que se alargan demasiado. Es una cinta provocadora.