Fui al cine a la primera función en su día de estreno, la tagline que la ofrecía como “La película erótica de Pampita” me depositó en una sala llena de hombres maduros que buscaban saciar su sed cinéfila viendo los cuerpos sensuales de Carolina Ardhoain, Mónica Antonópulos y Andrea Frigerio. No me extrañó la ausencia de mujeres en el cine, aunque al terminar la película lo lamenté mucho. Muy a mi pesar todavía hay una represión femenina por esquivar el bulto de ciertos géneros, como también existe la inhibición de ir sola al cine a ver una película “subida de tono”. Las mujeres se entonan con películas más de estirpe romántica, esas películas que juegan de manera aniñada con el placer, pero terminan siendo un blef rosado. Por eso, aunque esta nota llega un poco tarde, pretende ser una arenga para que la mujer se anime y vaya al cine sola o acompañada a ver Desearas al hombre de tu hermana.
Por supuesto, a la mitad de la película esos hombres movilizados al cine por una suerte de libido se levantaron horrorizados y huyeron despavoridos. Porque el humor, más la narración del placer en la voz de una mujer genera pudor, especialmente en el macho alfa que no puede entender ciertas focalizaciones cinematográficas y menos que la mujer sea la que se haga la “croqueta”. Desearas al hombre de tu hermana no es romántica, y eso se celebra, tiene mucho sentido del humor y homenajea al cine erótico de los 70, Pampita visualmente me evocó a Christina Lindberg, actriz sueca ícono de las sexplotation. La estética setentosa, recreada a la perfección por el director argentino Diego Kaplan, se sostiene toda la película.
Los colores estridentes, la psicodelia de la atmósfera y las actuaciones acartonadas le dan fuerza a una película en donde todos los diálogos estan dotados de picardía. “Me gusta la palabra vulva” y acto seguido, Ofelia (Pampita) da instrucciones certeras con metáforas poéticas sobre cómo practicar un sexo oral deluxe. La lírica voluptuosa invade Desearas el hombre de tu hermana, la historia (guionada por Erika Halvorson) como bien lo anticipa el título muestra a dos hermanas, Ofelia y Lucía (Mónica Antonópulos) que se reencuentran en la casa de verano de la mamá (Andrea Frigerio), Ofelia está en pareja con Andrés (Guillherme Winter es increíble) pero fantasea con el hombre de su hermana, Juan (Juan Sorini).
El juego de la entelequia entre Ofelia y Juan es muy interesante, la intriga se apodera del relato. Ofelia es una mujer que vive con libertad su sexualidad, se muestra alegre y desprejuiciada, desde la primera escena (jugadísima) se la ve teniendo su primer orgasmo. La voz en off de esta mujer resalta una narración impulsiva y graciosa. Desearas al hombre de tu hermana logra sonrojarnos con alegría. Ofelia repasa su infancia y su adolescencia, trayendo a cuento historias melodramáticas todas relacionadas con el despertar sexual de una mujer. Y ahí es donde la película es novedosa, la mujer es la gran protagonista, es la que maneja los tiempos, es la que genera el conflicto. Kaplan muestra y desnuda el cuerpo masculino, y cuida a sus mujeres que se pasean sudorosas y famélicas de deseo.
La música de Ivan Wysogrod (gran compositor) se destaca en este drama erótico, Wysogrod se la juega y acompaña con el pianito cada movimiento. Con hitazos de la época de antaño, Desearas al hombre de tu hermano es un viaje por clásicos románticos. El más vigoroso es “Tomame o déjame” de Mocedades interpretado por Lucía (Antonópulos), con una letra apasionada adelante el sabor trágico de la historia. Desearas al hombre de tu hermana es una película feminista y eso hay que aplaudirlo. Por eso hay que animarse y disfrutar la nueva de Kaplan, una apuesta novedosa dentro de la industria nacional.