Tercero en discordia
Qué tendrá el agua salteña que vuelve tan especiales a sus mujeres? En su largometraje debut, Barbara Sarasola-Day muestra más que un pasajero parentesco con Lucrecia Martel (La Ciénaga), y se manifiesta en la ambientación, los climas, la geografía y la voluntad de un cine personal, atado a su propio biorritmo. Entre riñas de gallo, sembradíos de tabaco y varias hectáreas destinadas a la caza, Ernesto (Luis Ziembrowski) es un capataz de gesto adusto y amargo. Su matrimonio con Helena (María Ucedo) podría ser una explicación; tras años de convivencia, la imposibilidad de tener hijos es vivida como un estorbo por la pareja. Hasta que a la casa llega Joaquín, un primo de Helena que no logra insertarse en la sociedad tras un período de rehabilitación. Bajo su aspecto misterioso, su actitud de voyeur y su compulsión a armar cigarrillos, Joaquín (Alejandro Buitrago) oculta algo que inquieta a la pareja. Con antecedentes como Teorema de Pasolini y El sirviente de Losey, el tema del intruso encuentra en este film un nuevo giro con final abierto, entre los indiscretos espejos de esa casa del noroeste argentino. Recomendable.