Las relaciones humanas de cualquier tipo son un tema complejo de tratar, porque cada uno tiene su carácter, personalidad, modo de pensar, etc., distintos. Y no se trata sólo de que las diferencias provengan de personas más o menos conocidas entre sí, sino que abarca cualquier grado de parentesco, como es el caso de las madres e hijas que es tratado en éste documental.
A Sabrina Farji le surgió esta idea de abordar el universo femenino, desde el punto de vista de la maternidad, con sus cosas buenas y malas, porque ella tiene una madre llamada Leonor y, a la vez, tiene dos hijas, Zoe y Joelle, con las consecuencias lógicas de que se ocasione rispidez en cualquier momento.
Para intentar comprender y recomponer ciertas aristas complicadas que deterioran el nexo familiar, la directora decide llevar a cabo una película donde las cuatro, en mayor o menor medida, buscarán limar asperezas.
Con algunas charlas en Buenos Aires, que se dan entre ellas, más las entrevistas a mujeres desconocidas que son hijas o madres y, para darle más seriedad al asunto, algunas profesionales de distintas ramas, vuelcan sus testimonios, opinando y expresando sus sentimientos con respecto a este tema, la narración se traslada a la ciudad de Paraná, lugar de nacimiento de Leonor. Allí estarán unos días alojándose en un hotel, reencontrándose con parientes y viendo fotos viejas, o visitando sitios que fueron muy importantes para la madre de la realizadora, Durante la compaginación va mezclando antiguos videos caseros con imágenes actuales todo sin música, la que recién aparece al final. La prioridad es la palabra, la cualidad que tiene la mujer para verbalizar todo lo que le pasa aquí lo vemos en su máxima expresión. Mantener una convivencia estable entre las cuatro es una tarea desgastante. Frente a cámara intentan sanar las heridas, pero ponerse de acuerdo es una tarea titánica.
El relato, con un ritmo que entretiene porque en su mayor tiempo se preocupa en resaltar los aspectos más importantes para Sabrina, bordea momentos calmos, otros de discusiones, reproches, críticas, reflexiones, y también los emotivos, pero sin permitirse profundizarlos, pues no busca la lágrima fácil, ya que no pretende desnudar el alma familiar, simplemente utiliza la filmación como una herramienta valedera para mejorar lo malo, reafirmar lo bueno y crear una nueva estructura vincular, pero mucho más sólida de lo que estaba, dejando las confrontaciones de lado