Debajo de ese manto tan blanco
Este año ha sido particular para Sebastián Lelio pues resultó ganador del Óscar a mejor película extranjera por Una mujer fantástica (2017), el primero para Chile, y ahora estrena su primera película de habla inglesa Desobediencia (2017) y que, como fiel a su estilo, trabaja sobre un argumento polémico. En esta oportunidad toma la religión judía más ortodoxa para hacerla estallar desde sus entrañas. Con un lenguaje lánguido y una composición milimétrica contrastada, plantea el tema de la eterna duda entre la razón y el instinto, entre lo más razonable y el impulso carnal de las pasiones más ocultas. Una poderosa elegía sobre las convenciones actuales.
Basada en el libro de Naomi Alderman, todo comienza con la muerte en una sinagoga de Londres del Rabino de una comunidad judía. Aquel hombre resulta ser el padre de Ronit Krushka (Rachel Weisz) quien se dedica a la fotografía en Nueva York. Ante la mala noticia debe regresar a su casa a toda prisa. Pero ella renunció a su comunidad, dejándolo todo y perdiendo su herencia religiosa. Entonces volver será un remesón para todo el mundo. Del luto pasará a ser vista como la hereje, la hija perdida y a la vez como la oveja negra que abandonó al Rabino. En dicho regreso se encontrará con sus amigos de la infancia y ahora casados Dovid (Alessandro Nivola) y Esti (Rachel McAdams) Kuperman. Sin embargo, solo traerá problemas al destaparse, de nuevo, un secreto inconfesable.
No hay dudas que al inicio el lenguaje pausado podría hacer que el film sucumba en cierta lentitud que nos desapegue de aquella figura del dolor y el duelo postmortem. Sin embargo, y de manera inesperada, una incertidumbre aparente y anodina nos lleva hacia el drama más denso y oscuro. La llegada de Ronit desencadena el amor oculto que acarrea desde la infancia con Esti. La calma e indiferencia se convierte en imágenes de amor descontrolado y lésbico que harán que la elegía se convierta en un canto de libertad en la oscuridad de una religión que parece resquebrajarse. Y entonces a partir de ahí uno no volverá a desengancharse hasta el final.
Es interesante como el relato hace recordar a las novelas del escritor estadounidense Philip Roth (gran autocritico de su propia raíz judía) donde un personaje regresa ya sea por enfermedad o muerte a su barrio de infancia, pero a la vez este personaje es el elemento que abre los temas tabúes, pues es el elemento desestabilizador. A diferencia de Roth, Lelio está más interesado en el mundo femenino como protagonista, aquí sus dos actrices encarnan el pecado en sí mismas y a la vez pondrán en jaque a su entorno que siempre lo sabía y siempre se preocuparon en ocultar.
En Desobediencia, Lelio demuestra otra vez su impronta virtud para el manejo de escenas fuertes sin escapar a los detalles visuales y con ello abrir la polémica de par en par. El relato muestra a la religión, construido por siglos sobre columnas de hierro como un campo poseedor de temas paradójicos, contradictorios y siempre discutibles. Una poderosa manera de humanizar las tradiciones más conservadoras.