Tras la contundentemente cálida recepción tanto de la crítica como del publico de la comedia femenina Bridesmaids, no faltó mucho para ver la inspiración de ésta misma en varias producciones del género. Casualmente la obra teatral de Leslye Headland se prestaba mucho a ese campo, y la autora no tuvo la mejor idea que traspasar su invención a la pantalla grande, en calidad de directora y guionista a la vez. ¿El resultado? Bachelorette, una más que agradable comedia que gira alrededor de un evento nupcial pero que tiene más alma picante y exagerada como otra comedia con mujeres al frente como es la rutilante The Sweetest Thing.
El primer punto importante en el que se tiene que destacar una película del estilo es su reparto. Sea el guión bueno o malo, incisivo o no, las aptitudes actorales del elenco son las que llevan adelante cualquier realización, y en este caso no es la excepción: el trío de amigas representadas por Kirsten Dunst, Lizzy Caplan e Isla Fisher tiene una dinámica increíble y cada una de ellas se roba el momento en el que le toque lucir su lado más animal. Kirsten es la más recatada del grupo, pero su amargura para con todo el evento y todos los comentarios sarcásticos hacen que éste papel en particular le siente de perlas; por otro lado las secuaces no se quedan atrás, con una Lizzy Caplan totalmente desatada a la que finalmente le llegó la hora de lucirse en las grandes ligas como una comediante de peso y, para no quedarse atrás, se aferra muchísimo al humor de la disparatada Isla Fisher, ese bombón sexual colorado cuyas gesticulaciones y estallidos de alegría se roban la película. Rebel Wilson, la rubia rellenita de Bridesmaids, cumple en su papel de la gordita del grupo que coincidentemente ha logrado encauzar su vida y está a punto de lograr lo que ninguna pudo: casarse con el hombre de sus sueños. El resto del elenco cumple, en particular los varones del grupo, como ser el siempre destacable Adam Scott, el carilindo James Marsden o el simpaticón Kyle Bornheimer.
Si pensaban que Bridesmaids era zarpada, es porque no vieron nada todavía. Headland no se dejó ningún cartucho sin usar para su película y hace atravesar a sus protagonistas por situaciones totalmente explosivas y desagradables, todo esto con más de unas cuantas pizcas de cocaína encima que hacen surgir más de una eventualidad grotesca y rayana en lo vulgar. Para muchos serán momentos impresentables, pero para los que adoran ver a mujeres que también pueden salir de fiesta descontroladamente como los muchachos de The Hangover, están de parabienes. Emergencias de última hora con el vestido de novia, antiguos rencores y secretos, sobredosis y fluidos varios intervienen en la trama para sacarle jugo a esta comedia que si bien no se extiende en duración, su hora y media le bastan para crear conflictos suficientes para entretener.
Quizás el film se hubiese beneficiado más cuando elige -como todas las películas del género- enfocarse en los problemas personales de cada individuo, y la fuerza que se venía gestando desde el comienzo va perdiendo más y más vapor, hasta que cada personaje enfila un poco el camino y ahí es cuando vuelve la locura de los preparativos a último momento y la incertidumbre de saber si todo resultará bien.
En resumidas cuentas, Bachelorette cumple con lo que promete: una nueva comedia picante que se une al panteón de ejercicios fílmicos con mujeres que saben cómo hacerte reír y también saben cómo salir de fiesta con clase... y sin ella.