Para el frente, Brasil A mediados de los años 80, más precisamente 1984, Brasil recuperó un gobierno democrático tras una etapa de oscura dictadura militar que para la juventud de la época significó un verdadero obstáculo a las libertades tanto individuales como colectivas (desapariciones, presos políticos, represión) y un freno a las utopías que todo adolescente abraza con fervor, así como pretende dar los primeros pasos en la militancia de algún que otro centro estudiantil. Como retrato generacional y drama histórico, Después de la lluvia, dirigido a cuatro manos por Claudio Marques y Marilia Hughes, logra contagiarse de la atmósfera que marcaba la transición de un régimen absolutamente autoritario a la esperanzada llegada de la democracia. Los ejes dialécticos en los que se desarrolla esta historia tienen como trasfondo por un lado los conflictos del protagonista Caio (Pedro Maia), simpatizante de las ideas anarquistas que van precisamente en contra con los postulados del colegio religioso al que asiste, y por otro la rebeldía adolescente desde su espíritu contestatario ante lo convencional pero también confundido en relación a su entorno de pares y al momento histórico trascendente que le toca vivir junto a una madre separada que parece completamente zombie en cuanto a sentido de la realidad. Relato de iniciación con algunos elementos de drama social incrustados, el film fluye sin sobresaltos acompañado de un elenco sólido, una prolija reconstrucción de época y algo de energía que se transmite desde la música punk segmentada hasta las intervenciones de una radio pirata, cuya funcionalidad para la película es la de insertar un narrador con un punto de vista distinto al de los hechos tal cual ocurrieron.
“Después de la lluvia” (Brasil, 2014), de Claudio Marques y Marilia Hughes, habla de un proceso de transición y transformación de su personaje principal, pero también de la sociedad brasilera post dictadura militar y su desestructuración. Cuando Caio (Pedro Maia) comienza a inmiscuirse en el mundo de la militancia política y denunciar el consumo masivo, su mundo se aleja del común de la gente porque cree que sólo en el enfrentamiento y la contraposición puede generar algo para su burguesa vida. Su madre está sumida en una depresión y se dedica a mirar programas de gimnasia por TV mientras le reclama afecto, mientras que su padre lo llama por teléfono para exigirle coherencia y respeto a las instituciones que Caio (Maia) desacredita constantemente. Salvador de Bahía como escenario de lo que pudo haber sido la recuperación de la sociedad civil hacia la inminente democracia, en una reconstrucción de época básicamente apoyada en lo visual. El silencio es un actor fundamental en la acción y se potencia su efecto envolvente gracias a los planos que Marques decide utilizar para contar la historia. Algo que también se puede ver en la manipulación que se genera a partir de la resemantización imágenes de archivo (discursos electorales, publicidades neofascistas, entierro de Tancredo Neves), en paralelo a la historia, y que con pocos diálogos y con contundencia logran entremezclar así la política con la sociedad. En “Después de la lluvia” nada está librado al azar, y frente a cualquier dato que se suelta en la pantalla hay una reacción instantánea del protagonista para poder hablar de cosas inimaginadas para la época que se representa. El colegio como lugar de reclamo, la radio pirata para expresar utopías, el grito en la garganta contenido para hablar de todo lo que hacía tiempo nadie se animaba siquiera a pensar, la música como objeto de crítica social y la libertad de ser joven y crear y apoyar proyectos eternos sin siquiera creer en la finitud de estos. La vida estudiantil y el esbozo de la denuncia sin conciencia son la clave para poder comprender una historia que se anima a revisar un período de ebullición desde el punto de vista de un joven. Porque este dato, no es menor, ya que por momentos la “primavera” del protagonista dispara algunos tópicos como el amor, que llegan a entremezclarse con la trama principal pero que nunca llega a trastocarla del todo. “Despues de la lluvia” es una opción para poder reflexionar, desde la subjetividad de Caio, sobre uno de los momentos más interesantes de la historia latinoamericana, el de evolucionar como sociedad hacia un estadio de libertad y tolerancia incipiente.
Los amantes regulares Con una vasta carrera como cortometrajistas Marques y su colaboradora Hughes Guerreiro debutan en el largo con un film que combina -en general con buenos resultados- el ensayo político y el drama romántico juvenil. En efecto, se trata de una mirada impiadosa al Brasil de los años ’80 (y también de hoy) combinada con un relato de iniciación en el marco de la escuela secundaria. Estamos en 1984 y las imágenes de archivo (y Caminhando, la mítica canción de Geraldo Vandré) nos recordarán que en Brasil se luchaba en las calles por Diretas Já, elecciones libres para salir de una dictadura militar tenebrosa. El movimiento no consiguió su objetivo (el voto fue indirecto), pero terminaría pocos meses después con la elección de Tancredo Neves, quien murió antes de asumir por lo que la presidencia recayó en José Sarney. En ese contexto y en el ámbito de una escuela secundaria bahiana, aparece el protagonista del film, Caio (Pedro Maia), un muchacho de 16 años que vive con su madre (su padre ausente sólo les pasa dinero y lo llama ocasionalmente) y profesa sus ideas anarquistas, mientras experimenta sus primeras relaciones afectivas y cultiva sus gustos musicales. La aparición de Fernanda (Sophia Corral), una simpática chica con la que rápidamente conectará, y la posibilidad de participar en las elecciones del centro de estudiante aparecen como formas de canalizar su frustración, su descontento, su enojo, su bronca, su furia. En sus mejores momentos, Después de la lluvia remite al cine de Olivier Assayas y al Philippe Garrel de Los amantes regulares; en otros, a situaciones más alegóricas y pintoresquistas del Bernardo Bertolucci de Los soñadores y a la autóctona Tango feroz. Más allá de sus desniveles, se trata de un film inteligente, sincero y bastante provocador. Las heridas de Brasil todavía siguen sangrando.
Tiempo de cambios En Después de la lluvia (Depois da Chuva, 2014) los directores brasileños Claudio Marques y Marilia Hughes recurren a diferentes géneros para narrar a través de una historia de iniciación el momento histórico que vivió Brasil cuando en el año 84 se caía la dictadura y se avecinaba la democracia. Corría el año 1984 y la dictadura militar brasileña estaba en plena decadencia. En Bahía Caio, un joven de 16 años percibe que está en momento histórico importante para el país y no quieren quedarse afuera. Con ideas bien definidas comienza a militar por lo que piensa, mientras se va encontrando que la vida le tiene deparadas varias sorpresas, tanto para él como para su país. Drama histórico, película musical, thriller político y típica película de iniciación adolescente, son los géneros a los que el binomio de directores recurre para construir un fresco sociopolítico sobre una de las épocas más controversiales de la historia moderna brasileña. Para hacerlo centra la historia en Caio (gran trabajo de Pedro Maia), un adolescente con ideas anarquistas que se irá encontrando de a poco con la libertad sexual, la pasión por la música y la militancia política. Todo junto en una etapa donde nada de esto estaba bien visto. Mezclando material de archivo con la ficción, Después de la lluvia traza un panorama sobre una época histórica determinada, pero lo hace a través del punto de vista de un adolescente cuya mirada es a la vez tan esperanzadora y caótica como la época que se eligió retratar. Y este es el gran acierto del film.
Los años dorados de las Diretas Já Fábula eminentemente política, el film brasileño pone en paralelo el camino de la recuperación democrática con la militancia anarquista de Caio, un adolescente que asiste a un colegio privado de la ciudad de Salvador de Bahía. Infrecuente para las salas argentinas, Después de la lluvia no sólo ofrece la posibilidad de conocer algo del cine que produce el gran vecino del norte, Brasil, sino la de reconocer en su relato ambientado durante el proceso de recuperación democrática en la década de 1980 algunos paralelos y rasgos comunes con la historia propia. Si lo que se cuenta en la película de los directores brasileños Cláudio Marques y Marília Hughes puede ser visto con familiaridad desde la Argentina, en primer lugar es porque los hechos y el contexto histórico, cultural, político y social donde el relato echa el ancla son muy similares. Pero también por el parentesco cinematográfico y temático con films como El estudiante, thriller político de Santiago Mitre, e incluso con otras películas de la región como la no menos interesante El lugar del hijo, del uruguayo Manuel Nieto. Nada casualmente, las tres pudieron verse en diferentes ediciones y secciones del Bafici.Fábula eminentemente política, Después de la lluvia pone en paralelo el camino de la recuperación democrática con la militancia anarquista de Caio, un adolescente que asiste a un colegio privado de la ciudad de Salvador de Bahía, al norte de Brasil. A veces de manera demasiado literal: para decirlo rápido y dejar el asunto atrás, ése es el punto más endeble de la estructura que sostiene a la película. Ahí, en el colegio, los alumnos comienzan a organizarse para abrir un centro de estudiantes después de veinte años sin actividad política en la escuela. Debaten qué hacer ante la propuesta de la institución de arrogarse el derecho de ser ellos quienes elijan a un presidente entre los tres candidatos más votados, negándoles la potestad de elegir a sus propios representantes. Una discusión idéntica a la que se daba en la sociedad (la famosa campaña Diretas Já), donde la ciudadanía se oponía al sistema de elección a través de electores y reclamaba el voto directo. En la escuela, Caio propone impugnar los votos y abandona la asamblea, dejando claro su lugar de rebelde.Porque Caio tiene a sus amigos fuera de la escuela, amigos más grandes con los que comparte un libertario colectivo anarquista, dispuestos a pasar a la acción con modestos y, sobre todo, inocentes actos que ellos consideran revolucionarios y, dado el contexto, de alguna manera lo son. Roban libros en librerías; escuchan grupos de la rama más politizada del hardcore-punk, de los inevitables Dead Kennedys a Colera, una de las bandas referentes del anarcopunk brasileño de la época; editan un fanzine con el obvio nombre de El enemigo del Rey y llevan adelante una radio pirata que montaron clandestinamente en una casa tomada. Aunque el juego de superponer una sobre otra la adolescencia democrática del Brasil y la adolescencia real de Caio se plantea de manera abierta, Después de la lluvia elige con inteligencia centrarse en el personaje. Es cierto que no puede evitar insertar cada tanto algunas imágenes de archivo para subrayar el contexto; sin embargo, el devenir de la historia del protagonista hará que la película vaya ganando en densidad dramática y cinematográfica.Como sucedía en El estudiante y El lugar del hijo, un quiebre hará que Caio pase del papel de sujeto colectivo a individuo político y deba tomar las primeras decisiones en busca de encontrar un camino propio. Por ahí también atravesará algunas encrucijadas: la del primer amor, la de la amistad, la del vínculo con la autoridad (encarnada en la escuela); la del incómodo lugar de hijo que de a poco empieza a dejar atrás. Después de la lluvia alcanza su mejor forma en la representación de ese momento en la vida y consigue hacerlo sin apartarse de la intimidad en carne viva de Caio. En el camino tiene tiempo para hacer que los años ’80 –aun con su compleja realidad y durísimas circunstancias– se revelen en toda su inocencia sucia e idealista, esa que la brutalidad de los ’90 y la desengañada apatía de los 2000 se encargaron de echar a perder. 7-DESPUES DE LA LLUVIA Depois da chuva, Brasil, 2013Dirección: Cláudio Marques y Marília Hughes.Guión y montaje: Cláudio Marques.Duración: 95 minutos.Intérpretes: Pedro Maia, Aícha Marques, Sophia Corral.Estreno: Exclusivo en Espacio Incaa Km.0-Gaumont.
Entre la esperanza y la rabia Salvador de Bahía, 1984. Brasil está saliendo de veinte años de dictadura: Tancredo Neves, el presidente electo, está por asumir el poder. El clima de primavera democrática se expande por todo el país: la sensación de que un futuro mejor es posible sobrevuela a toda la sociedad. Pero Caio no parece contagiarse de ese entusiasmo: mientras en su colegio secundario preparan la elección de delegados estudiantiles, él y su grupo de amigos anarquistas denuncian a la democracia como una farsa para sostener el sistema capitalista. Y el despertar político de Caio coincidirá con su despertar amoroso. Como buen adolescente, Caio siente que no encaja en el mundo. Ni en el de los adultos -es ignorado por sus padres y reprobado por sus profesores- ni en el de sus pares, a los que desprecia por aniñados. Sólo encuentra refugio entre jóvenes que son unos años mayores y fuman marihuana, escuchan música punk, tienen una radio pirata. Todo transcurre en una Bahía atípica, lejos de la postal turística de playas, carnaval, negritud y sexualidad a flor de piel: aquí se muestra una ciudad más apagada, un tanto sórdida, infestada de la neurosis de blancos de clase media. Después de la lluvia es una clásica película de iniciación. Basada en los recuerdos juveniles de Claudio Marques, uno de sus directores, refleja los sentimientos contradictorios de la adolescencia y los pone en correspondencia con el clima de época: tanto en Caio como en el Brasil de entonces van a la par la esperanza y el desencanto, el entusiasmo y la rabia. Ese paralelismo entre el despertar a la vida del protagonista y el del país luego de años de represión es un tanto obvio. De todos modos, el espíritu de la época está bien reconstruido: con imágenes de archivo, la película logra recrear esa atmósfera efervescente que se vivió aquí durante los primeros años del alfonsinismo. Pero la perspectiva histórica es inequívoca: ya se sabe que lo que pasó, en Brasil y en el mundo, tras ese periodo de optimismo. Por eso, aunque sobrevuelan las ganas de cambiar todo, flota la sospecha de que no va a cambiar nada.
El precio de la libertad Corre 1984. Luego de veinte años de dictadura, el pueblo brasileño sale a la calle exigiendo elecciones. En este marco Caio, un adolescente taciturno, intenta ponerse al mando de un grupo anarquista local mientras comienza un romance con una compañera. Los directores Marilia Hughes y Cláudio Marques, autores además del guión, pusieron sus ojos atentos a la transición democrática de su país, que traerá sorpresas tanto para la nación como para su protagonista. El elenco, encabezado por un excelente trabajo de Zeca Abreu, es, sin duda, un gran punto de apoyo para este relato que habla tanto de la libertad individual como de la colectiva.
Un muy interesante film brasileño que establece un paralelo entre los acontecimientos históricos, la época de Tancredo Neves y la incipiente libertad, creatividad y decepciones de un grupo de adolescentes.
Esta película explora la transición hacia la democracia en Brasil en la vida de un estudiante secundario de Salvador, Bahía, que milita, desencantadamente, en política y que se ve envuelto en continuos enfrentamientos con sus compañeros, ya que pone en tela de duda los beneficios reales de la apertura política en la escuela. Sus amigos son un grupo de anarquistas que tiene un programa de radio pirata y una chica con la que descubrirá algo parecido al amor. Con una estética clásica y una narrativa precisa, es el tipo de película que trabaja sobre los ’80 y el regreso a la democracia con una estética personal, romántica y ligeramente nostálgica a la manera de ciertas películas argentinas como INFANCIA CLANDESTINA o hasta la propia TANGO FEROZ, por citar algunos ejemplos comparables. (BAFICI 2014)