After Earth: M. Night Shyamalan ya no es lo que era
Nunca nos deberíamos haber quejado ni mínimamente de las oh tan clásicas vueltas de tuerca en cada película de M. Night Shyamalan. No valoramos lo que teníamos ante nuestros ojos, hasta que lo perdimos. Sí, su carrera fue en picada desde Sexto Sentido (1999) hasta la terrible (y me quedo corta) El Último Maestro del Aire, en el que gracias a nuestras críticas (mías no, las del resto), Night se alejo por completo de los elementos narrativos tan característicos de él.
Ok, The Happening (2008) fue mala, muy, y La Dama en el Agua (Lady in Water, 2006) era un muy aburrido cuento para chicos no apto para el cine, pero La Aldea (The Village, 2004) era interesante de analizar como obra humana ante la decadencia de lo social luego de esa vuelta de tuerca hacia el final. Es torpe, pero inteligente. Y no hace falta ahondar mucho en la magistral Señales (Signs, 2002), esa película de extraterrestres, dónde las pocas veces que ves un hombrecito verde, la sangre abandona tu cuerpo corriendo, mientras la adrenalina llena el vacío y simplemente se siente genial. Eso es lo que yo llamo la magia de Night Shyamalan.
Y mucho antes de que los superhéroes se apoderaran de las taquillas, hubo una película vista por pocos, llamada El Protegido (Unbreakable 2002), dónde lo humano y lo súper, colapsaban, y Night te hizo sentir cómo un estúpido porque las señales estaban ahí y no las vimos. Finalmente y solo por placer, escribo tres palabras: Veo gente muerta.
Por supuesto que no van a entender lo que la magia de Night Shyamalan implica, al menos que hayan visto dos de esa lista de películas. Pero ahora esa magia le pertenece al pasado y no podemos hacer más que extrañar al viejo Night. After Earth (Después de la Tierra) debería ser un wake up calling para el director. ¿Cómo fue que llegó a filmar algo tan impersonal? No se puede culpar a nadie más que a la presión de la crítica.
After Earth comienza cuando el general Cypher Raige (Will Smith), para unir lazos con su frustrado hijo Katai (Jaden Smith), decide llevarlo a una misión; pero ésta sale muy mal y terminan varados y solos en La Tierra, el planeta que nos pertenecía pero que ahora es inhabitablemente tóxico para la raza humana. Cypher está muy mal herido y sólo cuenta con Katai para que este expedicione solo en una tierra que no conoce, en busca de la cola de la nave, y un aparatito, transmisor de señal, que ayudaría a que los encuentren.
Desde el momento que empieza la película, no podremos evitar preguntarnos quién fue el genio que sugirió a Shyamalan para hacer una película futurista. Te hará reír y no en el buen sentido. Su diseño de arte te dice: destruimos la tierra, entonces ahora nos hacemos los ecológicos y tenemos edificios forrados en tela y naves hechas a base de cartón, más tela, huesos (?) y plasticola; y para lograr esta mezcla bizarra, nos inspiramos en Los Picapiedras y Los Supersónicos. No es chiste, o sí…
Y las inverisimilitudes no cesan. Resulta que en el espacio también es posible el fuego y hay sonido! Y acá, los fanáticos del director Joss Whedon (The Avengers) y su serie Firefly, van a perder la cabeza, porque si hay algo que la serie nos recalcó hasta su extinción fue “no sound in space”.
¿Por qué no llamar a un experto? Cuándo Will Smith aparece con una historia loca para que su hijo tenga una carrera sólida como actor, ¿nadie revisa la congruencia de los hechos? Parece que no. Y con la suma del mal uso de CGI con cada animal que aparece en pantalla (pedirle consejos a Ang Lee no debe ser tan caro, ¿o si?), After Earth no hace más que derrochar su presupuesto.
No hay mucho para hablar sobre lo bueno de la película. Sólo se limita a las buenas actuaciones de padre e hijo Smith. El potencial de Jaden se puede ver con casi toda la película a cuesta, por lo que es razonable que papi Smith use su poder para mostrar el talento de su hijo. Will está más que bien como el general taciturno que es. Es bueno ver que puede hacer papeles tan distantes de lo cómico y salir bien parado, y por esto, es que Will Smith debería dedicarse solo a la actuación, y no andar escribiendo historias locas, futuristas, en donde nos acechan monstruos ciegos que pueden oler nuestro miedo.
Mientras el resto decide no confiar nunca más en M. Night Shyamalan, yo creo fervientemente, y muy consciente de sus pruebas-errores, en que el director debería limitarse, o todo lo contrario, a escribir sus propias historias y darle el giro que se le cante, porque eso en definitiva es lo que marcó su estilo, ahora completamente ausente, y ayudó a que conociéramos su talento allá por 1999.