Ryota va a visitar a su madre con motivo de la muerte de su padre. El había empezado una prominente carrera como escritor, pero su afición al juego y su falta de creatividad, hace que regrese a la casa de su madre, en busca de una posible herencia. Trabaja de detective privado y todo el dinero que gana lo gasta apostando en las carreras, por lo que no puede pagar la pensión de Shingo, su hijo de 11 años. Se ha divorciado de Kioko e intenta recomponer esa relación y volver a formar parte de la vida de su hijo. Un día un tifón los obliga a pasar la noche juntos.
Un drama con un ritmo lento, pero atractivo. En el comienzo se escucha una radio anunciando que se avecina un tifón, el número 23 en lo que va del año. Llega Ryota a casa de su mamá y comenzamos a conocer un poco de este ¨perdedor¨ de la vida. Es su historia, y su relación con su familia, la natural y la que intentó formar. Es una reflexión de lo complicado que es vivir ligado al juego, esa necesidad de contar con dinero para apostar, llevándolo a utilizar muchos recursos para obtenerlo. Y a su vez también nos introduce a las complejidades en la relación de padre e hijo. Un tifón, el que pregonaban al comienzo del film, provocará un cambio en la historia. Un drama familiar relatado con mucha sutileza.
Excelente la actuación Kirin Kiki interpretando a la abuela, Hiroshi Abe en el papel de Ryota se lo ve muy convincente y Yoko Maki como Kioko complementa esta terna de buenos actores que llevan adelante este relato
Una verdadera joyita asiática retratando las relaciones humanas, con una historia universal.