La nueva película del japonés Hirokazu Koreeda (After Life, 1998) no trae sorpresas y una vez más aborda sus temas predilectos: la clase media y los lazos familiares, la crisis del matrimonio y la vida cotidiana de personajes con familias que bordean la disfuncionalidad. Como en De tal padre, tal hijo (2013), en Después de la tormenta Koreeda vuelve a poner en escena la tríada conformada por el padre, la madre y el hijo.
El protagonista es Ryôta (Hiroshi Abe), un escritor entrado en los 40 que tuvo una cierta gloria con su primera novela pero que en la actualidad atraviesa una situación preocupante: el fallecimiento reciente de su padre, el divorcio, la crisis creativa y financiera.
Ryôta se pasa los días entre la casa de su madre ya anciana, que vive en un complejo de viviendas, y su trabajo de investigador privado. También tiene la obligación de conseguir el dinero para la alimentación de su hijo, aunque siempre lo malgasta en la lotería y las carreras de bicicleta. Sin embargo, a Ryôta le interesa recuperar a su exmujer y pasar más tiempo con su hijo.
Lo que más llama la atención del cine de Koreeda, además de la sensibilidad para retratar la cotidianidad de sus personajes, es la importancia que le da a la comida y cómo se las ingenia para insertarla en el relato sin que nos demos cuenta.
Los personajes de Koreeda cocinan, saborean la comida, hablan de ella. En sus películas, el acto de comer tiene la misma importancia que el resto de las acciones. Las relaciones de los personajes siempre están mediadas por lo culinario. Y el talento del director reside en lograr que no parezcan recursos remarcados, sino que sucedan espontáneamente.
Quizás lo menos interesante de Después de la tormenta sea su pretendida enseñanza, que roza en todo momento con una filosofía de manual de autoayuda. Es en su intención de dar respuesta a algunas de las preguntas que se hacen los personajes en momentos de crisis, y en esa filosofía del “vive el presente y disfruta de la vida”, donde se encuentra su costado más endeble.
Sin dudas, lo mejor de Después de la tormenta está en la relación que Koreeda construye entre los tres protagonistas (el padre, el hijo y la madre), y en cómo muestra a un personaje que no se anima a poner los pies sobre la tierra.