Ryota (Hiroshi Abe) alguna vez fue un novelista reconocido, pero su profesión ha virado obligatoriamente a la de detective privado. En la actualidad, la economía no le juega una buena pasada, sobre todo a partir de su divorcio, hecho que lo obliga a tener que destinar parte de su salario para la pensión alimentaria de su hijo -algo con lo que en verdad no se compromete a causa de su adicción por las apuestas- y el alquiler de su departamento de soltero.
La salida amoral que encuentra para mejorar su situación es convencer a su joven compañero de trabajo para chantajear a las personas que investigan. De este modo, ganan el dinero de sus clientes y otra suma para que esas fotos e informaciones no salgan a la luz. La facilidad para averiguar acerca de la vida de los demás le posibilita también ponerse al día sobre el presente de Kyoko (Yôko Maki), su ex esposa, quien se niega a hablar con él e, incluso, se las rebusca para que su hijo tampoco lo vea por incumplir con sus responsabilidades como padre.