La historia de un fracaso
El argumento es bien terrenal y universal. Una pareja se está separando, pero momentáneamente sigue viviendo bajo el mismo techo, con sus dos hijas, porque él no tiene los medios para pagarse un alquiler. Parece una historia argentina, pero no, llega de Bélgica. Viven en una casa que ella -Marie- pagó y que él -Boris- refaccionó. A partir de esta situación, se desarrolla una película llena de tensión e incomodidad, siempre al borde del descontrol emocional, de la situación límite, pero contenida a tiempo, es decir un filme que nos remite al recuerdo de las películas de Ingmar Bergman, sobre todo a aquella "Escenas de la vida conyugal". Con las muy buenas actuaciones de Berenice Bejo y Cédric Kahn, la pareja enfrenta no sólo el conflicto sobre cómo se repartirán la casa donde aún conviven sino que emerge una historia entre líneas de conflicto de clases, además del amor de 15 años de una pareja convertido en desamor. Obviamente, con estos ingredientes el clima del filme es agobiante. Encima, el relato es puro presente entre las cuatro paredes de la casa, no hay registros del pasado ni explicación alguna del motivo de la separación. Todo se centra en un cara a cara de la (ex) pareja, en un drama cerrado y sin desbordes (tan lejos de por ejemplo "La guerra de los Roses") pero que logra mantener el interés hasta el final. Y, hay que admitirlo, con el hombre –Boris- como la víctima de la circunstancia.