Mientras el film cerraba, y veía los títulos finales correr en la pantalla negra, pensaba que era difícil a veces proponer o recomendar al público una cinta dramática en la que dos seres dejan de amarse y tienen que lidiar con el destino de sus hijos. Vivimos en una sociedad donde todos tenemos una importante carga de stress y que te propongan vivenciar la historia de una separación… Nunca es algo placentero de ver, por más que la película esté bien lograda e interpretada.
Con el estómago apretado por lo que había presenciado en “Después de nosotros”, seguí preguntándome a la salida, porqué me había afectado tanto esta película. Y descubrí, rápidamente y sin demasiado análisis, que mi edad y la trayectoria de vida que tengo ya a mediados de mi cuarta década, me permite un proceso de inmersión en esta problemática, natural y espontáneo. Son situaciones por las que uno ha atravesado y que explicitan un hecho de nuestros tiempos: las parejas se separan jóvenes o pasadas cierta cantidad de años, las familias se disgregan y todo vuelve a comenzar en cada integrante.
Luego salimos adelante. Pero el dolor de ese momento de destrucción de la pareja, de muerte efectiva del amor… es algo duro y que conmueve a cualquier individuo. Y muchísimo más, cuando hay hijos en juego.
De esto habla el nuevo film de Joachim Lafosse, “L'économie du couple”. Una de las películas más emotivas que ví este año, un retrato crudo sobre la disolución de un matrimonio, en los tiempos que corren.
En épocas donde el trabajo es difícil de sostener, separarse y romper alianzas no es un tema fácil, más allá de lo complejo y doloroso para los niños y el ex conyuge. Hay una complicación económica real que juega, y es que el miembro de la pareja que debe irse tiene no sólo que mantenerse, sino además pasar alimentos. Todo un desafío económico para los duros tiempos que corren.
Aquí tenemos la historia de María (Bérénice Bejo) y Boris (Cédric Kahn), quienes deciden separarse. Ellos comparten una casa con sus dos hijas, pero el problema es que ella fue quien compró la casa donde viven, pero su marido, que es arquitecto en paro (sin trabajo) ha sido el responsable de las reformas durante todo este tiempo.
Ya no hay amor entre ellos, y además, nadie quiere perder lo obtenido, con lo cual ámbos viven en esa casa, y tienen que coordinar horarios y actividades.
Lafosse se dedica a generar en sus actores la confianza necesaria para montar el escenario perfecto de un naufragio. Logra mostrar con claridad el amor que ámbos padres sienten por sus hijos y la profunda tristeza que emana de sus actos. El film está plagado de pequeñas escenas donde el corazón se estruja y el pulso late más fuerte.
Gritos, dolor, desencuentros… Bejo y Kahn se baten a duelo en un reducido ring (la casa) y nosotros somos testigos de esa lucha sin cuartel.
“Después de nosotros” es una película de este postmodernismo que nos lastima, cuando tenemos que desempacar y volver a salir al ruedo. Cuando las relaciones se erosionan y desaparecen y los hijos reclaman unidad y cuidado a ámbos padres. Emotiva y bella, en el sentido fílmico, probablemente esta sea de las mejores cintas del año por su tratamiento dramático. Aunque no sea precisamente una caminata en el parque soleado, su pasaje. Excelente.