Una discusión no es un drama.
Tras 15 años de matrimonio y dos hijas, María y Borís están a las puertas del divorcio, pero todavía no han decidido quién de ellos se quedará con la casa en la que han vivido todo ese tiempo. Ella la compró, pero él la reformó de arriba abajo. El conflicto surge, naturalmente, en el hecho de que ninguno de ellos está dispuesto a ceder.
En materia técnica tenemos una fotografía decente, complementada por una detallada dirección de arte que nos da a creer satisfactoriamente que este es un hogar constituido y con su historia. En materia interpretativa tenemos labores sólidas a cargo de Bérénice Bejo y Cédric Kahn como la pareja en cuestión, con quienes se palpita creíblemente toda la vida que atravesaron juntos hasta este momento.
A pesar de estos logrados detalles, lamentablemente debo decir que el guion deja mucho que desear. Es una narrativa que confunde la discusión con el conflicto en todo momento. El segundo acto es básicamente un rejunte de discusiones en donde los personajes descargan su ira entre sí por diversos motivos pero sin llegar a ningún lado. El hecho de que ambos personajes vengan de trasfondos sociales diferentes suma, pero es una discusión cuyo fin llega más por un corte de montaje que por una evolución orgánica de la trama. Aparte, cuando la trama no está ocupada con estas discusiones, está ocupada retratando pedazos de cotidianeidad que tienen cada uno de los protagonistas con sus hijas. Pero más allá de ilustrar el amor que le tienen los personajes y lo difícil que puede ser lidiar con los caprichos de unas nenas, no son dificultades que suman al conflicto como un todo.
Si lo que se buscó es retratar la vida misma, sin artificios, se puede decir que el objetivo se consiguió con creces. No obstante, también debe decirse que el saldo final es el de un trozo de vida al que le dejaron todas las partes aburridas. Los 100 minutos de duración son lamentablemente densos. Es una película que tiene un desenlace más por la obligación de tener un final que por ser el punto final lógico de una cadena de eventos.
Conclusión:
Después de Nosotros se vende como un drama humano y no es mas que una concatenación de discusiones y cotidianeidades sin progresión dramática alguna. Le puede resultar de interés a alguien con inclinaciones académicas. Son personajes cotidianos y terrenales, pero el espectador no va a encontrar en su historia nada diferente que no haya visto, oído o experimentado por su cuenta.