Detrás de los muros
Tras Escuela Normal y La toma, llega otro desgarrador retrato sobre la crítica situación por la que atraviesa la educación pública.
El Colegio Domingo Faustino Sarmiento está ubicado en Libertad y Juncal, pleno barrio de Recoleta. Allí concurren chicos de esa zona favorecida, pero también muchos adolescentes provenientes de la villa 31 de Retiro. Es, por lo tanto, un ámbito de constante tensión social, de fuertes contradicciones, ideal para un documental de observación como el que propone el director Francisco Márquez.
Egresado de la ENERC, Márquez integró un plan que impulsó la rectora Roxana Levinsky con expertos de distintas disciplinas para incentivar la participación del conflictivo alumnado. Descubrió en esas visitas a la institución -que depende del GCBA- que había una enorme cantidad de conflictos que, de alguna manera, sintetizan la precaria situación de la educación pública: prejuicios, estereotipos, déficit de atención, descontención familiar e institucional, diferencias sociales, poca capacidad de diálogo y violencia, por nombrar sólo algunos.
El director se ganó la confianza de los chicos y logró que la presencia de la cámara pasara prácticamente inadvertida para ellos. Así, en el quehacer cotidiano (clases de diversas materiales, acaloradas reuniones del centro de estudiante) van aflorando las carencias y miserias del sistema, y las enormes dificultades emocionales e intelectuales por la que atraviesan los alumnos (y también los maestros, en muchos casos resistentes a cualquier tipo de cambio o evolución porque están habituados al “piloto automático”).
Respetuoso, paciente y riguroso (Frederick Wiseman parece ser su principal modelo), Márquez no fuerza las situaciones, no manipula la narración (deja correr la cámara, apela al sonido directo) y es ahí donde van surgiendo los pequeños momentos de intimidad, los encuentros y desencuentros, los códigos de compañerismo pero también la xenofobia, el miedo y la inseguridad que dominan la dinámica entre los jóvenes.
No es la primera vez que el cine argentino se interesa por este tema (hace poco se estrenaron desde Escuela Normal, de Celina Murga; hasta La toma, de Sandra Gugliotta), pero Después de Sarmiento hace su aporte concientizador, pone su voz (mirada) de alerta frente a una situación que apremia y asusta: la progresiva degradación de la educación pública. El país que no miramos.