Es curioso que el título de un documental siga rebotando en la mente durante la proyección, mientras los minutos van tirando el contenido. En la primera escena vemos a un grupo de alumnos secundarios mientras se van congregando en el salón de actos del colegio con motivo de transcurrir un nuevo 11 de septiembre. Una introducción versionada del Himno a Sarmiento va dando paso a que la letra entre en la métrica de una cumbia. Se puede hablar de una elipsis sonora entre la solemnidad y estos tiempos que corren a la hora de las fechas patrias.
Eso es en definitiva “Después de Sarmiento”. Un retrato de la educación hoy que intenta abarcar las dos caras de una misma moneda representada en estudiantes y docentes, en ambos casos tratando de organizarse y abrirse paso frente a las dificultades que se presentan en el ámbito escolar.
Por un lado, los estudiantes tratando de aprender las distintas materias, por el otro, intentando organizar el centro de estudiantes bajo las eternas diferencias entre los turnos mañana y tarde. En el caso de los docentes intentando la mejor forma de dar sus materias frente a una case siempre al borde de la indiferencia, y en otros momentos debatiendo sobre la mejor forma de mantener activa (e interesada) la comunidad escolar.
Francisco Márquez logra con éste documental, posar el ojo y abrir el juego del debate sobre la educación. Cualquier espectador que haya asistido a la escuela pública podrá verse reflejado en la problemática, pero además ver desde afuera los conflictos que existieron siempre y que llevaron a la educación a su estado actual de franco deterioro.
Lo valioso de tener cámaras sin aires de divismo, sino de interrogación, hace que la organicidad de “Después de Sarmiento” esté lejos de bajar línea y muy cerca de interpelar la inteligencia de quien lo vea.
Los resultados llegan a buen puerto gracias a una edición que se toma el tiempo y la
Uno de los buenos ejemplos de la variedad y calidad de esta generación de documentales tan necesarios como urgentes.