Cuando la profundidad de la teoría se vuelve cotidiana
Después del tan “viralizado” film La educación prohibida (que recorrió y generó polémica en las universidades y los institutos de formación docente), llega un estilo de reflexión sobre la escuela que toma otro tenor. Con un velo de esperanza sobre lo que se viene y lo que se puede hacer actualmente, Después de Sarmiento invita tanto a los profesores como a los estudiantes a luchar y organizarse para que se cumpla un derecho adquirido.
Es importante señalar que el documental no intenta ser en ningún momento teórico. Muestra parte de las clases, charlas entre los docentes y asambleas del centro de estudiantes. En este sentido el sentimiento de pertenencia y acercamiento es mayor por parte del espectador. Aparece lo cotidiano de cada clase, sin actuación por parte de los protagonistas. Pero, a pesar de no ser teórico, los momentos que se deciden mostrar de la escuela Sarmiento son de mucha reflexión.
Este tipo de acercamiento a la escuela nos invita a pensar también a nosotros, espectadores, en cómo está funcionando la educación y cuáles son sus fallas. Y más allá de trabajar en una escuela donde la mayoría de los jóvenes no tienen las necesidades básicas en sus casas, el film plantea problemas que se repiten en varias instituciones educativas.
La esperanza es el eje predominante del film, que podemos verlo encabezado por la posición de una de las profesoras. En el discurso de esta docente podemos ver cómo en la película una estructura que a primera vista parece sencilla se apoya en distintos textos teóricos que reflexionan sobre la educación. “Es inconcebible que un profesor no conozca los grandes debates del mundo”, sentencia la profesora de Prácticas del lenguaje. Y es así como teoriza sobre la necesidad de docentes que puedan relacionar y enseñen a pesar un mundo más allá de su materia, que muestren cómo su enseñanza específica se vincula con el mundo y con los demás temas trabajados.
En cuanto a las voces hablantes, los estudiantes son protagonistas al mismo nivel que los profesores para pensar su educación, más allá que a cada uno le atañe diferentes responsabilidades. Esta forma en la que se ha realizado la película parece hablar de una toma de posición sobre qué lugar ocupan los chicos. En comparación con La educación prohibida, se deja de hablar de lo que necesitan los chicos (recordemos que las únicas intervenciones de jóvenes en este film son actuaciones) para pasar a escucharlos.
Este tipo de películas son muy interesantes para seguir pensando la escuela. Y lo atrayente es que permite reflexionar tanto a quienes están estudiando como a quienes están dando clases.