Este filme casi en un 100% íntegramente marplatense demuestra cuanto daño le hace al arte el acceso generalizado de la tecnología.
No solo en lo cinematográfico, como ejemplo en la música, la sola existencia de un “fenómeno” (en la acepción menos amable) como L-Gante lo demuestra.
Respecto del cine se puede decir que tener una cámara y salir a grabar no construye un filme.