¿Trama? ¿Y eso?
Destino Final 5 (Final Destination 5, 2011) sintomatiza una cualidad de la saga que cada espectador evaluará como positiva o negativa, pero que a esta altura, con cinco películas en poco más de diez años, resulta innegable. Desde aquella seriedad metafísica de la entrega bautismal, allá por el 2000, hasta este festival de la estilización, el devenir de las continuaciones ha hecho más ostentosa la decisión de dejar de lado esa cosa llamada "trama" y dedicarse sólo a apachurrar, laminar y desmembrar a las pobres y cada vez más tontas criaturitas que pueblan el cosmos de cada film.
¿Tiene sentido malgastar caracteres explicando de qué trata –otra- Destino final? ¿Alguien espera un quiebre argumental a la conocida fórmula de dejá vu del protagonista + evasión de la muerte de varios personajes + caída en desgracia en el mismo orden que hubiera muerto de no haber alterado las intenciones originales de la muerte? En este caso, para aquellos puristas de las sinopsis, vale decir que el escape inicial será de un micro embotellado sobre un puente en reparación en el que se pergeña un colapso tan inminente como invisible. El resto: historia conocida.
La puesta en abismo de la premisa planteada párrafos arriba se evidencia desde el mismo punto de partida: una suerte de retiro laboral de empleados jóvenes y buenos mozos pertenecientes a una empresa de la que nunca se sabe muy bien a qué rubro pertenece. No por omisión, sino por la multiplicidad de referencias: desde la redacción de un diario en la que absolutamente nadie tipea una coma hasta una fábrica en la planta baja, pasando por un chef y una gimnasta, todo se aglutina en la media hora inicial del film. Así, da la sensación que a nadie, ni siquiera al mismísimo director, el debutante Steven Quale, pareciera importarle demasiado el hilvanado de espacios geográficos coherentes para dar como resultado un hilo conductor.
Y está bien que así sea, porque la parábola cuyo germen se percibe en el desquicio de David R. Ellis en Destino final 2 (Final Destination 2, 2003), donde ponía toda su capacidad imaginativa para el desmembramiento y las mutilaciones, ha llevado a la saga hasta un punto en que recomienza ya fuera del género de terror y suspenso. Aquí la apuesta está en la comicidad de esas criaturas sin un ápice de humanidad, en sus diálogos francamente imposibles, en un conjunto de interpretaciones que hacen de la exageración y la inexpresión su principal arma para que el espectador jamás empatice con los personajes, favoreciendo al goce culposo de ver cómo la muerte se encarga de ellos con una saña tan gratuita como placentera. En ese sentido, la epítome de esta tendencia está en la presencia en el elenco de David Koechner, astro de los films habitualmente protagonizados por Will Ferrell, otro que sabe bastante de dar vuelta y modificar lo esperable.
Brutalmente sanguinaria, Destino Final 5 es la consolidación de un nuevo arranque. Ya no hay espacio para lo dramático ni el suspenso, sólo queda la sangre. La mesa está servida con vísceras crudas y recién cortadas.