"A la muerte no le gusta que la burlen"
En la primera parte fue un avión; en la segunda, una carretera; en la tercera, una montaña rusa y, en la última, una carrera de autos. En todas la muerte busca desesperadamente a los adolescentes.
En Destino final 5 (Final Destination 5) la historia se repite y los primeros quince minutos desarrollados en un puente colgante resultan atrapantes. El esquema de este quinto eslabón es exactamente el mismo que presentan los films anteriores.
Nada está librado al azar y, luego de una presentación interesante potenciada por los efectos del 3D, lo que queda en claro es que el director Steven Quale imprime ritmo y misterio a una trama con nuevas vueltas de tuerca.
Nadie está a salvo y los lugares que parecen seguros se convierten en amenazantes: un gimnasio, un spa oriental para masajes y el consultorio de un médico oftalmólogo funcionan como espacios para esconderse de la "parca". La misma que amenaza a los protagonistas y busca el momento menos esperado -y de las maneras más irrisorias- llevarse a sus víctimas.
Con algunos elementos que remiten a los films anteriores (el avión, por ejemplo), Destino Final 5 entrega lo que promete y supera, al menos, a las dos últimas partes de la saga. Y cambia el orden de sus víctimas, integrantes ahora de una competitiva corporación.
Durante los créditos, el espectador se encontrará con escenas de los films anteriores. El elenco está integrado por David Koechner (El super agente 86), Nicholas D'Agosto (The Office’, PJ Byrne (Boston Legal) y Ellen Wroe (Huge), además del regreso de un inquietante Tony Todd (el actor de Candyman) en el papel del Sr. Bludworth, el hombre que recoge lo que le deja la muerte. Y todo volverá a empezar.