La saga de catástrofes "predestinadas" regresó con la película número 5, pero tras el primer cuarto de hora uno se pregunta si a esta película ya la había visto. En este caso, una vez más, un joven cocinero tiene una visión de su muerte al derrumbarse un puente colgante en obras de remodelación. Y el lema es el de siempre: no importa cuánto corras, no importa dónde te escondas, no puedes engañar a la muerte. Una película que ya tiene su legión de fans desparramados por todo el mundo y que, como era de esperar, repite aciertos y vicios típicos de la franquicia. Precisamente las situaciones predecibles, las mismas que le permitieron sobrevivir todos estos años y convertirla en un subgénero en el cine de terror. Sólo cabe esperar un "Destino final 6".