El ser humano es un animal de errores. A menos que se los ponga en contexto, aprendamos de ellos y enmendemos por lo dañado. También pueden hacer la suficiente mella en nosotros para que perdamos nuestro eje. Ese es el contexto en el que se enmarca el drama policial Destrucción.
En mil pedazos
La detective Erin Bell de la Policía de Los Ángeles recibe un nuevo caso: el asesinato por arma de fuego de una persona sin identificación. Este incidente, sumado a un misterioso sobre que llega a su despacho, pondrá en marcha una pesquisa que la pondrá nuevamente en contacto con una agrupación de criminales a la que conoció siendo agente infiltrada del FBI.
Destrucción tiene un guion con un desarrollo de personajes muy rico en cuanto a las múltiples capas –tanto psicológicas como morales– que nos exhibe sobre sus personajes. Su estructura es prolija, y tiene un ritmo mayoritariamente fluido cuando se concentra en la trama principal y en la subtrama que involucra a la operación encubierta del pasado. Sin embargo, hay una segunda subtrama con la hija de la protagonista que si bien posee cierta relevancia para la historia como un todo, por sí sola no tiene la fluidez, profundidad y curiosidad de las otras dos líneas narrativas, contribuyendo a que la historia pierda su agilidad.
En materia actoral, este guion simple se vuelve una película destacable precisamente por la actuación de Nicole Kidman, que lleva el peso del film en sus hombros con su hábil interpretación de esta destrozada y avejentada mujer policía. Una interpretación a la que la actriz le pone el cuerpo y la expresión de tal manera, que cuando vemos las escenas de la actualidad tenemos que esperar a que la cámara la encuadre en un primer plano pues es irreconocible. También esto es cortesía, claro está, de un maquillaje prostético detalladamente elaborado.
Del reparto de secundarios tenemos mucha eficiencia, pero quien destaca es Sebastian Stancomo el compañero del personaje de Kidman: en el poco tiempo de pantalla que se le concede vuelve a sorprender con una habilidad interpretativa que va más allá del universo Marvel.
En materia técnica, la realizadora Karyn Kusama tiene un pulso narrativo modesto, con un manejo de la tensión poco ambicioso pero que alcanza su pico más alto en la secuencia de un asalto bancario. Ese, por su eficacia, está entre los momentos más logrados de la película.