Una historia cruda en la que la protagonista es una agente policial de nombre Erin Bell (Nicole Kidman), que arrastra un penoso pasado. Su aspecto es de fastidio, abatida, antipático, desalineada, madre de una adolescente rebelde Shelby (Jade Pettyjohn), quien le reprocha sus desatenciones por estar abocada a su trabajo y ambas no logran comprenderse.
Nicole Kidman interpreta a una mujer vencida, llena de culpas, con una vida tormentosa y con algunas heridas, para su personaje logra una interesante transformación física usando una peluca, su rostro bajo una capa de maquillaje y la acompaña un buen elenco secundario integrado entre otros por: Scoot McNairy, Bradley Whitford, Sebastian Stan, Toby Kebbell y Tatiana Maslany.
La construcción de la trama va y viene todo el tiempo a través del flashback para que el espectador entre y salga todo el tiempo, pero está un poco sobrecargada y con algunos saltos temporales, escenas que se alargan, sin sorpresas, aunque tiene una duración de dos horas pareciera que dura mucho más y no se ve nada distinto de lo que hayamos visto en un thriller policial.