El realizador irlandés Jim Sheridan tiene un su haber algunas películas extraordinarias como Mi pie izquierdo, Esta tierra es mía, En el nombre del padre y Golpe a la vida-The boxer, la mayoría de ellas protagonizadas por Daniel Day Lewis, y narrando vibrantes historias referidas a su conflictiva región en la Isla Británica. Pero últimamente no está revalidando convenientemente esos pergaminos; su último film, Hermanos, por ejemplo, había sido una remake de una película danesa, cuando en su carrera siempre trabajó con ideas propias.
En el caso de Detrás de las paredes, se interna de lleno en el thriller con toques de terror, un género que no había frecuentado con anterioridad, pero se trata más de un trabajo por encargo que otra cosa. A lo que habría que agregar que el propio Sheridan renegó de este film al terminarlo y reclamó que retiren su nombre de los títulos, sin conseguirlo. Sea como fuere, contaba con tres protagonistas de peso como Daniel Craig, Rachel Weisz y Naomi Watts y una historia interesante que tenía un buen arranque, pese a algún resabio de Sexto sentido y Los otros. Un hombre se muda con su esposa y sus dos hijas a una casa en las afueras de Estados Unidos en donde descubren que fue el escenario del asesinato múltiple, y el pueblo está convencido que el asesino fue el único sobreviviente, esposo y padre de las víctimas. Todo ese primer segmento está narrado con un atractivo suspenso, pero en la segunda mitad el film decae sustancialmente, se vuelve confuso, forzado y poco creíble. Si bien hay cosas que dejan de ser de una manera para volverse diferentes, detalle clásico y positivo dentro del género, no lo son en el caso de este film. Hay algunos sobresaltos y las interpretaciones son correctas, pero esta casa fantasmagórica –el título original es Dream house- queda desdibujada y su director también.