Las películas “Mi pie izquierdo”, “En el nombre del padre” y “Golpe a la vida”, una verdadera trilogía interpretada por Daniel Day Lewis, hicieron conocer en el mundo al director irlandés Jim Sheridan. Su carrera posterior fue irregular pero aún en sus obras menos logradas afloraban elementos de calidad, propios de su virtuosismo.
“Detrás de las paredes”, ridículo título local de la original “Dreamhouse”, lo muestra en su peor momento artístico pese a contar con un elenco que muchos realizadores envidiarían. A diferencia de obras anteriores en que habitualmente era coautor del guion, éste elaborado por David Loucka, podría explicar en parte la fallida historia. Y a poco de avanzar en el metraje, el espectador ya adivina lo que le está ocurriendo al personaje central, anulando uno de los pocos elementos rescatables que creaban cierto enigma dentro del argumento.
Daniel Craig es Will Atenton, un escritor a quien se ve renunciando a su puesto de editor para poder dedicarse de lleno a su proyecto de redacción de una novela. Tal decisión motiva las felciitaciones de sus colegas laborales y sobre todo de su familia integrada por su bella esposa, también en la vida real (Rachel Weisz) y sus dos hijas.
Sin embargo la llegada a la nueva casa no le depara satisfacciones idénticas a su resolución de cambio de vida. Un aparente vecino lo mira con malos ojos y la esposa de éste (Naomi Watts) lo evita, aunque parece saber cosas que tienen que ver con Will y con el propietario anterior de su casa. Podrían darse aún más datos de la trama, pero eso sería quitarle al espectador los pocos elementos que le faltan para entender qué está aconteciendo. De todos modos, y como ya se anticipara, no pasarán muchos minutos más para que todo quede medianamente claro y para que la obviedad se instale y el interés decaiga.
La resolución es extrañadamente convencional y si después de todo lo apuntado algún desprevenido decide ir a ver el film no podrán, después de haber leído esta crónica, acusarnos de no haberles advertido.