La casa vacía
Al ver el desastroso resultado en pantalla de Detrás de las paredes, una película vacía de contenido, sin coherencia narrativa ni suspenso alguno, puede comprenderse el enojo del director irlandés Jim Sheridan al solicitar que se retire su nombre de los créditos porque de acuerdo a sus argumentaciones –que no fueron tenidas en cuenta ni por la productora ni por el Gremio de Directores de América- todo lo que él filmó tratando de salvar un guión patético de David Loucka fue modificado en la edición de montaje.
Este proyecto sólo siguió su curso apostando a la convocatoria de público por contar con un elenco de figuras Hollywoodenses de la talla de Daniel Craig, Naomi Watts y Rachel Weisz es un claro ejemplo de la nula importancia que la industria le da al espectador en cuanto a calidad y respeto. Así de vergonzoso es todo al punto que se tradujo en un relato que parte del ridículo con miles de trampas y vueltas de tuerca para intentar resolverse de una manera edulcorada y emotiva que da risa y solamente alimenta el morbo de ver a la pareja protagónica en la vida real viviendo una historia absurda en la ficción.
Sin ahondar demasiado en el argumento, puede decirse que todo comienza con la decisión de un drástico cambio para la familia Atenton, compuesta por Will, su esposa Libbie y las dos hijas hermosas Trish y Dee Dee, quienes se mudan a una casa en un pueblo alejado del mundanal ruido en pos de recomenzar una nueva vida. La casa esconde un misterioso secreto vinculado a una serie de asesinatos de sus antiguos habitantes, llamativamente una madre y dos hijas, supuestamente asesinadas por el padre, quien tras quedar herido en la cabeza fue recluido en un psiquiátrico pero luego puesto en libertad al no encontrarse pruebas que lo señalen como culpable.
Will y Libbie (Daniel Craig y Rachel Weisz, actual pareja) llegan a su nueva morada, felices, sin conocer el pasado trágico y paulatinamente se van desayunando de la traumática situación con un entorno hermético, mientras una vecina (Naomi Watts) intenta acercarse a ellos porque parece saber más de la cuenta.
Sin embargo, todo lo que aparenta ser una cosa, por un vuelco arbitrario e insustancial del guión se termina transformando en un relato paranoico y negador de una oscura realidad, la cual solamente encuentra asidero en la mente perturbada del protagonista y en la poco cuidada puesta en escena.
Los rasgos de Jim Sheridan, así como su estilo, brillan por su ausencia, aunque lo único rescatable en Detrás de las paredes (Dream house) es el elenco que realmente hace lo que puede frente a tamaño despropósito y allí se nota el verdadero talento de Rachel Weisz, quien procura hacer de su personaje algo menos ridículo de lo que se le propuso originalmente.
Si Jim Sheridan, realizador prestigioso que nos deleitara hace mucho con En el nombre del padre, aceptó formar parte de este chiste, o fue lo suficientemente arrogante como para creer que con su sola intervención podría salvar lo insalvable, como dice el dicho: a llorar a la iglesia.