APENAS ALGUNAS INCORRECCIONES
Es medio difícil de explicar por qué, pero al ver Detrás de los anteojos blancos se me venía a la memoria, de forma un tanto arbitraria, ese gran, enorme libro de Francois Truffaut llamado El cine según Hitchcock. El enorme mérito de Truffaut no estaba tanto en la planificación previa de los cuestionarios a Hitchcock, sino la forma en que repreguntaba o cómo dejaba las puertas abiertas durante la fase de la entrevista para que el maestro del suspense se explayara. Eso es lo que permitió que, como afirmó el mismo realizador y crítico francés, surgiera ese Hitchcock privado, casi totalmente opuesto en carácter al hombre público. La clave innovadora del libro radica en los espacios de improvisación, de alteración de las estructuras de base, que evidencian lo notable entrevistador que era Truffaut.
Quizás El cine según Hitchcock me haya venido a la memoria porque tiene algo de lo que Detrás de los anteojos blancos carece, que es esa improvisación, esa capacidad para sacudir sus propias estructuras. No es que eso le quite total validez al documental de Valerio Ruiz, pero su retrato sobre la figura de Lina Wertmüller luce en extremo calculado y hasta previsible. Y eso que Wertmüller es una artista muy particular, alguien que se destacó de manera radical en el rico panorama de un cine como el de Italia, país que encima siempre estuvo asentado en un machismo que a los argentinos nos resulta muy nuestro.
Hay ahí un personaje un tanto impredecible, una mujer que señaló y sacudió estructuras, y en parte Ruiz intenta seguir su legado desde ciertos aspectos formales, dialogando desde la puesta en escena con elementos de la filmografía de Wertmüller, estableciendo cierto análisis crítico de su obra y hasta apelando incluso a formas musicales. Sin embargo, Detrás de los anteojos blancos no consigue o no se atreve a introducir una ruptura total desde lo narrativo y/o la puesta en escena, descansando en numerosos paisajes en el seguimiento de Wertmüller o las anécdotas que vuelcan figuras como Rutger Hauer, Giancarlo Giannini, Nastassja Kinski, Sophia Loren, Harvey Keitel y hasta Martin Scorsese (a esta altura, todo un cholulo del cine italiano más emblemático).
De ahí que Detrás de los anteojos blancos ofrezca unos cuantos momentos interesantes desde lo anecdótico, lo analítico y hasta lo estético, pero siempre desde una vía donde escasean las sorpresas y no falta lo enciclopédico. Es agradable en su desarrollo y tiene en Wertmüller un personaje estupendo, que seguro carga sobre sus espaldas con toda clase de historias y contradicciones. Pero esos quiebres, esas fisuras interiores sólo aparecen de a ratos. Lo que queda es una mirada políticamente correcta sobre una mujer políticamente incorrecta.