El universo de Detrás de los anteojos blancos es el que la directora italiana Lina Wertmüller supo construir a lo largo de su vida. Y Valerio Ruiz supo perfectamente dar forma en este documental que retrata vivamente la historia de quién hizo huella en todas las artes en las que intervino. Pues Lina, no fue una artista focalizada en único un arte, tomó todos aquellos en los que consideró que tenía talento y les dio su impronta (Teatro, cine, música, pintura). Una marca ineludible de un mix de grotesco con popular, una mirada combativa frente a los canones del cine y una excelsa capacidad de innovar, de no dejarse amedrentar en una industria – principalmente de la cinematográfica – donde el género femenino nunca ha tenido un gran espacio.
Lina Wertmüller es más recordada por ser la primer mujer directora en tener una nominación al Oscar por su película del año 75: Pasqualino Settebellezze, pero su filmografía es mucho más que esta obra, es un paso constantemente atrevido en la historia del cine italiano. Desde su primer film I basilischi de 1963, hasta Francesca – su última película – de 2001. Y si bien, hay toda una gran generación que casi no sabe de ella, hay mucho por conocer y este acercamiento a toda su trabajo puede ser un lindo camino para redescubrirla.
Ruiz trae a Lina a los lugares donde creció profesionalmente: desde CinemaCittá donde cuenta humildemente cómo llegó a ser la asistente de dirección de Federico Fellini en, nada más ni nada menos, que 8 y 1/2, pasando por Potenza donde filmó su primer film hasta la invita a navegar por el mar Mediterráneo para recordar el rodaje de Travolti da un insolito destino nell’azzurro mare d’agosto de 1974. En todo este mega recorrido meta cinematográfico podemos escuchar el testimonio de su actor fetiche Giancarlo Giannini, a Martin Scorsese, Harvey Keitel – trabajó con ella en Comorra – y/o Sophia Loren, quién también participó en varios de sus films.
El documental no aspira ser pretencioso, solo quiere ser llevado a buen puerto y dejar una linda impresión de quién es Lina Wertmüller. La importancia que tiene dentro de la historia del cine – principalmente del italiano – hacen que el director busque la manera de dejarla a la misma altura de Fellini, Rossellini, Scola, Antonioni, Passolini, De Sica y Visconti. Lo mejor de todo es que el gran peso de la narración se lo lleva su propia protagonista que tiene un gran atractivo por su personalidad encantadora, vigorosa y enérgica que generan así una empatía extrema imposible de evitar.