¡Marcianos al ataque!
A algunos nos parece que fue ayer, pero allá a mediados de los 90 el cine catástrofe tuvo su propio “contraataque”. Lejos habían quedado mega producciones como La Aventura del Poseidón (1972), Infierno en la Torre (1974) y Terremoto (1974); aun así la segunda mitad de la última década del milenio pasado puso al subgénero nuevamente de moda con títulos como Twister (1996) Dante’s Peak: La Furia de la Montaña (1997), Impacto Profundo (1998) y Armageddon (1998). Pero todos tienen en claro que ese “segundo aire” tuvo lugar gracias a cierta película de Rolan Emmerich que mezclaba el patriotismo norteamericano más caricaturesco con el drama humano en medio de una invasión alienígena: Día de la Independencia (Independence Day, 1996).
La película en la que vemos cómo el presidente de los Estados Unidos pilotea un F-116 y los invasores son derrotados gracias a un virus intstalado vía Windows 95 era un producto de acción con todas las letras, pero con el paso del tiempo -y las repeticiones- fue adquiriendo ese aroma camp con el que muchos la identifican hoy en día, gracias al cual es un placer culposo de muchos. Saltamos 20 años y llegamos hasta nuestro 2016, donde nos encontramos con la esperada (¿?) secuela: Día de la Independencia: Contraataque (Independence Day: Resurgence, 2016).
En el vigésimo aniversario del ataque extraterrestre que puso a la humanidad al border del colapso, nos encontramos con una civilización que aprendió a unirse ante la adversidad dejando viejas diferencias de lado; y cuando todos se preparan para celebrar una nueva fecha de la “independencia” del mundo, llegan las malas noticias: los alienígenas orquestan un nuevo ataque contra la Tierra que amenaza con arrasar el planeta, de nuevo.
Descontando a Will Smith, el resto del elenco original de la primera entrega repite roles: Bill Pullman como el ahora ex-presidente de Estados Unidos, que tiene una pelea interna con los efectos colaterales de la primera invasión, Jeff Goldblum como David Levinson, el científico que nuevamente está en lo cierto y a quien nadie escucha hasta que es demasiado tarde, Vivica A. Fox como la conveniente viuda del Capitán Steven Hiller (Smith), Robert Loggia como un general retirado, Brent Spiner como el científico exasperado y Judd Hirsch como el “tate” de Levinson en función “comic relief”.
Las nuevas caras las ponen Liam Hemsworth interpretando al piloto Jake Morrison, Jessie T. Usher como Dylan Hiller, el hijo -también piloto- del fallecido Capitán Hiller, Maika Monroe como Patricia Withmore, la hija del ex presidente que trabaja en la Casa Blanca, y Sela Gard como la presidenta actual de Estados Unidos, a tono con la contemporaneidad y el efecto Hillary Clinton.
El guión autoexplicativo no desperdicia oportunidad alguna de poner en boca de los personajes aquello que acontece, para no correr el riesgo de que algún espectador distraído se pierda en la densa trama y ciertas elípsis temporales desafían la lógica interna del film: algunos personajes tienen la habilidad de ir a una base lunar y regresar a la Tierra de una escena a la otra por pedido exclusivo de los guionistas, a pesar de que el tiempo del relato sigue avanzando a su propio ritmo.
No hay que ser astronauta de la NASA ni piloto de las Fuerzas Aéreas norteamericanas para anticiparse al camino por el que nos llevará el film, decorando con esa gruesa capa propagandista pro-yanki marca Emmerich cada secuencia de batalla, drama humano y charla motivadora en el momento de mayor crisis.
Sin duda el elemento nostálgico y el hecho de contar con el 95% del reparto original son las cuestiones más atractivas de la producción. La original fue adquiriendo ese mencionado tinte camp que le dió estatus de “culto” con el paso del tiempo; en este caso Día de la Independencia: Contraataque contiene desde cero ese espíritu inocente, que puede hacerla caer del lado del consumo irónico o el consumo masivo contemporáneo (sin hacer ningún tipo de juicio valorativo sobre ninguna de las dos alternativas). Restará ver cómo reciben los espectadores del nuevo milenio este cataclismo de alienígenas, naves espaciales, destrucción masiva y Bill Pullman con barba de ermitaño.