Día de la Independencia: Contraataque se desarrolla veinte años después de los hechos narrados en la original. Los extraterrestres vuelven a la Tierra para intentar conquistarla, con nueva tecnología y más ansias de destrucción. Roland Emmerich, especialista en cine catástrofe, hace en esta tardía secuela lo que más le gusta: destruir el mundo. Apoyado en increíbles efectos digitales y el formato 3D, recursos inexistentes hace dos décadas, plantea un filme de acción, con dosis de aventuras, guiños a los espectadores más veteranos y mucho humor. No le pidamos coherencia al guión, plagado de escenas de dudosa credibilidad y saltos temporales imposibles. Aunque claro, en esta oportunidad, eso poco importa. Ver a Bill Pullman y Jeff Goldblum nuevamente en pantalla haciendo frente a la amenaza alienígena resulta nostálgico, hasta naif, pero aún funciona. Pochoclera hasta la médula, se disfruta como lo que es: cine pasatista sin dobles discursos ni pretensiones intelectuales. ¡Y está bien!