Con todas las objeciones que se le podrían hacer a este film, la continuación de Día de la independencia representa la mejor producción del director Roland Emmerich desde El patriota (2000).
Aunque tal vez no logre conseguir el mismo impacto que la obra original, que fue uno de los grandes fenómenos cinematográficos de los años ´90, la película brinda una digna secuela donde el entretenimiento está asegurado.
Emmerich y el guionista Dean Devlin en este caso abordaron la nueva historia con un enfoque diferente, donde el humor de la primera entrega quedó reducido a un rol muy secundario.
Este conflicto es mucho más serio y dramático y se aleja de la sátira del viejo cine de ciencia ficción que había presentado la película de 1996, en la que abundaban los personajes graciosos.
La trama se ambienta en un 2016 futurista donde la humanidad aprovechó la tecnología alienígena para desarrollar grandes avances en la sociedad. Una idea que tiene sentido y está bien trabajada en la trama.
Cuando la amenaza extraterrestre se manifiesta otra vez el relato de Emmerich se concentra en la acción y la película no da respiro hasta el final. Algo que termina siendo un inconveniente ya que apenas hay tiempo para conocer a los nuevos personajes.
No sería extraño que antes de fin de año se editara en dvd una versión extendida de este film porque se nota que Emmerich tuvo que recortar una historia, que parecía más épica, para que la duración llegara a los 120 minutos.
Esto se puede percibir principalmente en el acto final donde todo se desarrolla demasiado rápido.
Otra de las novedades que se destacan en la nueva película son algunos elementos progresistas que presenta el trabajo del director.
Entre ellos la inclusión en la trama de una pareja gay, roles femeninos más sólidos que los que tuvo el film anterior y una notable reducción de los mensajes patrióticos.
Algo que también se relaciona con la trama, ya que el planeta ahora está unido en una confederación mundial.
Una de las dudas que me generaba esta secuela era el tema de los efectos especiales.
En los últimos años Emmerich tuvo la tendencia de saturar sus producciones con exceso de animación computada, como se pudo ver en 2012 la horrenda 10,000 BC.
Salvo por algunas escenas donde se nota brevemente el uso del CGI, en general las secuencias de acción de este film son impecables y la labor en los efectos visuales no defrauda para nada.
Las batallas espaciales son espectaculares y tienen la emoción que uno deseaba encontrar en una continuación de Día de la independencia.
Dentro del reparto los actores del film original, Jeff Goldblum, Bill Pullman, Brent Spiner (el excéntrico científico Okum) y Judd Hirsch (quien interpreta en la trama al padre de Goldblum) opacan por completo a los nuevos personajes que no tienen el mismo atractivo.
Pullman ofrece momentos fabulosos con sus discursos motivacionales que por suerte no quedaron afuera en esta historia.
Reitero, sin ser una obra importante en este género, Día de la independencia 2 es una continuación decente de una película muy popular que se convirtió en un clásico con el paso del tiempo.
Emmerich cumplió en brindar un gran entretenimiento que merece ser disfrutado en una pantalla de cine.