Oportunismo mediante, el veterano director Garry Marshall ¡vuelve al ataque!
Es verdad que nadie puede ir con muchas expectativas a ver una nueva comedia romántica del director de Mujer Bonita, Frankie & Johnny, Novia Fugitiva y creador de exitosas series como Laverne y Shirley (interpretada por su hermana, la directora Penny Marshall) Días Felices (con un joven Ron Howard, otro futuro director) y Mork & Mindy (que dio a conocer a Robin Williams) entre tantas otras comedias y series.
Pero es verdad, que se trata de un director muy irregular, cuyo principal público generalmente es femenino, y que de vez en cuando, gracias a algún guión medianamente inspirado, puede hacer una comedia simpática y pasatista, sin demasiadas pretensiones, que se deja ver.
Tras apuntar dos veces hacia el público infantil con Los Diarios de la Princesa, Marshall había tenido una gran recaída con Las Reglas de Georgia con Jane Fonda y Linsday Lohan. Con Día de los Enamorados, su intención es emular a Realmente Amor de Richard Curtis, pero en vez de Londres, el destino como es habitual en su cinematografía, son Los Angeles.
En primera instancia uno creería que se trata de episodios aislados uno del otro, al mejor estilo Paris, Je Taime o la inédita en Argentina, New York, I Love You. Pero pronto uno se va dando cuenta, por suerte, que hay mayor consistencia en la narración, coherencia estética, dinamismo que un film compuesto solo por cortos. Eso no significa que todas las pequeñas historias y todos los personajes tengan la misma cuota de profundidad y elaboración.
Como dice el título, se trata de un film coral que sucede durante todo el día de San Valentín. Partiendo del personaje de Reed (Ashton Kutcher) que le propone casamiento a su novia (Jessica Alba) y siguiendo con el relato de un periodista deportivo que debe cubrir historias de parejas en la calle (Jamie Foxx), una gimnasta que trabaja como secretaria de una agente deportiva y atendiendo llamadas hot al mismo tiempo (Hathaway), cuyo conservador novio no sabe como impresionarla (Topher Grace). O una maestra (Jennifer Garner) que quiere buscar a su novio a San Francisco, pero no sabe que él tiene un secreto; un chico que quiere encargar flores para una “chica” del colegio; una pareja que busca debutar sexualmente o el episodio más superficial, el de una capitán del ejército (Julia Roberts) que vuela regresando a su casa, en compañía de un hombre solitario (Bradley Cooper). Y si les parecen muchos personajes, solo se trata de la mitad.
A medida que va avanzando la película, las historias quedan como anécdotas de otras más grandes, y todas de alguna manera terminan relacionándose unas con otras, ya sea por conexiones entre los personajes o mera casualidad espacial (un hotel, un restaurante, la escuela).
Previsible, estereotipada, repleta de clisés, lugares comunes, y por supuesto… muy cursi, obvia, con diálogos y frases hechas, que figuran en todas las películas románticas estadounidenses desde los años ’50 hasta ahora, Marshall, sin embargo nunca trata de esconder estas “fallas”. Es totalmente conciente de lo que hace. Es así como por momentos, el guión se burla de lo previsible que resultan las acciones de los personajes (aparece un gran comediante secundón como Larry Miller para darle énfasis) se burla de los estereotipos, al tiempo que no deja alguno afuera… y por supuesto, cuanto más cursi es, más efectivo.
Sin demasiada originalidad, a pesar de todo, la película resulta… simpática. Algunos gags son muy divertidos, otros no tanto, otros aburren… Aún así resulta atractiva, más allá de que uno vaya acertando media hora antes que termine la película, quien se queda con quien.
A diferencia de otros films del director, y es en este punto, donde guarda las mejores semejanzas con Realmente Amor, Día de los Enamorados, no se recurre a golpes bajos o momentos lacrimógenos elementales y sobreactuados. Se puede decir, que cuando el film se pone meloso y sentimentalista, que pareciera que se empieza a agotar, repetirse o ser monótono, concluye. Marshall sabe ponerle ritmo y punto final a la narración, y acierta en el timing humorístico.
Si bien, no está a la altura estética, narrativa o interpretativa de la película de Curtis (aunque la homenajea con un afiche de fondo en una escena), aun cuando esta tampoco es “la” gran película (esta un poco sobrevalorada), cumple con la intención de entretener por un rato, en compañía de la media naranja de cada uno.
Visualmente Marshall nunca fue demasiado inspirado, y tiene un tratamiento invisible con la cámara y fotografía, legado de sus años como director televisivo. La música de la película, fluctúa con temas románticos clásicos desde el gran Glenn Miller hasta la joven Taylor Swift, también interprete de un pequeño personaje.
Dentro del elenco, los actores logran destacarse en la medida que sus personajes le dan lugar para que tengan mayor o menor participación dramática y narrativa, o según la complejidad de los mismos, en la medida le van sucediendo contratiempos.
No debería sorprender entonces que sea Ashton Kutcher el más destacado dentro de un elenco de figuras “importantes”, ya que su historia, además de servir como nexo con las otras, es la más compleja (y a la vez más clisé). En ese sentido Jennifer Garner, también logra destacarse. Hathaway, Queen Latifah, Jessica Biel y Jamie Foxx, cumplen efectivamente sus roles.
Desaprovechados resultan Shirley MacLaine (solo se ve justificada su participación como un homenaje a su trayectoria), Hector Elizondo (participante de todas las películas de Marshall), Kathy Bates, en un rol muy menor, Bradley Cooper y especialmente Julia Roberts.
Quizás lo más disfrutable de la película se encuentre en algunos detalles secundarios como una sutil crítica a la vida de Los Angeles, la dependencia de la clase media y alta a los blackberry, los bluetooth y el Facebook.
Marshall es un director de escuela clásica que no inserta montaje videoclipero, efectos especiales, violencia o drogas para darle un toque contemporáneo. Las referencias sexuales y de homosexualidad son sutiles también, como para no molestar a los ancianos conservadores, pero tampoco para ser acusado de discriminatorio. O sea, un ejemplo perfecto de lo que es ser “políticamente correcto” en el cine estadounidense.
Lo más desilucionante, personalmente hablando, fue no ver un reencuentro (ni siquiera un cruce de miradas) entre Kutcher y Grace dentro de la película (ambos participaban de la serie That 70s Show) o Patrick Dempsey y Eric Dane (compañeros de Grey’s Anatomy). Aunque no falta el típico cameo de Marshall, y casi al principio también hay una sorpresa.
Se trata de una película más, efímera, rápidamente olvidable. Quizás la opción más obvia del domingo por la tarde.