Había una vez un director cuya ópera prima prometía una visión negra e irónica del American Way Of Life. Peter Berg debutaba en el cine allá por 1998 con Malos Pensamientos, la película que demostró que Cameron Diaz era más que una rubia tonta, la que trajo de regreso a Christian Slater por un rato, la que nos contó como un grupo de amigos de suburbio tratan de ocultar un homicidio culposo en una despedida de solteros con tal de mantener un status quo.
Claro, a esa ópera prima tan prometedora le siguió algo bien diferente, salvando simples productos de aventuras como El Tesoro del Amazonas o Hancock (y a esta había que releerla entre líneas), Peter Berg se dedicó a ser una suerte de Michael Bay con un poco menos de presupuesto y ruido, un poco. Un puñado de films de manual que imprimen un patriotismo a ultranza por sobre la historia, que acumulan clichés y, sobre todo, una deliberada trilogía que lo unió al actor Mark Whalberg, y que con Día del atentado parece llegar a su fin.
El sobreviviente, Horizonte Profundo y Día del Atentado comparten en común un director, un protagonista, estar basadas en hechos reales que revisan personajes heroicos de la ciudadanía común estadounidense, y hacerlo con el mayor trazo grueso patriótico posible además de una imponente puesta en escena.
En esta ocasión se sigue la historia del atentado ocurrido en la maratón de Bostón de 2013. Antes de cruzar la meta, detonaron dos explosivos caseros que causaron casi trescientos heridos y tres muertos.
El film de Berg, con guion escrito a cuatro manos (incluyendo la del propio director), sigue la fórmula clásica que ya nos presentó en Horizonte Profundo, los personajes antes del hecho, la maratón en sí misma, y el foco principal en la investigación posterior para dar con los responsables. Durante cuatro días se dio caza a los responsables que terminaron siendo los hermanos Tsarnáev.
Para este fin, se recurre tanto a personajes reales como ficticios, los que pondrán un mayor énfasis a lo que se pretende presentar. Nuevamente nos referimos al anterior film de su director, un elenco grande y de nombres llamativos intentan hacer la diferencia. A Whalberg se le suman J. K. Simons, Melisa Benoist, Kevin Bacon, Michele Monaghan, y John Goodman entre un largo etcétera que intenta contar la historia desde diferentes ángulos.
Los personajes que interpretan a los policías e investigadores si bien se presentan de modo diferentes, todos tienen carisma. Se apunta a mostrarlos como personas reales, a presentarlos en un entorno, y lejos de ser superhéroes.
Ya no son los años ochenta, ya no se nos presenta a esos héroes solitarios frente al mundo, ahora prevalece el trabajo en equipo y hasta se permiten ser imperfectos… aunque los villanos siguen siendo tan extranjeros y ridiculizados como siempre.
Durante sus más de dos horas (que, aunque tienen dinamismo se sienten y se pudieron achicar) hay un intento por no ser tan explícito con el patriotismo, se lo muestra solapado, entre línea. Sin embargo, sobre el final, y en los momentos en los que se olvida de ser disimulada, las líneas de diálogos patrióticas e imágenes alegóricas pueden sobrepasar cualquier verosímil.
Su apartado técnico es discreto y hay escenas de acción que se destacan por su articulado manual. Puede resultar entretenida si se toman los recaudos necesarios, pero nada que perdura en nuestra memoria, su medio término no colabora.
Día del atentado es prolija, no llega a aturdir, pero fuerza todas las tuercas para causar emoción y que nos den ganas de besar la bandera, lástima que no sea nuestra bandera.