Un test latinoamericano Tres mujeres -en Colombia, Venezuela y la Argentina- piensan que pueden estar embarazadas en esta comedia dramática. Una de esas curiosas coproducciones latinoamericanas que surgen, de tanto en tanto, Día naranja es un filme que cuenta un día en la vida de tres mujeres -en Caracas, Bogotá y Buenos Aires- en la que a todas se les presentan situaciones potenciales de embarazo, ya que todas están con retrasos menstruales. Ese día en el que cada una pensará si será o no madre, y cómo eso afectará a sus parejas y al resto de sus vidas es lo que cuenta esta película con una estética aniñada, medio Amélie , más apta para un público de 12 a 15 años que mujeres que piensan en ser madres. Patricia vive en Caracas y tiene veintipico. Sale con un DJ hace pocos meses y su problema mayor parece ser la falta de dinero. Sol, de Bogotá, se acerca a los 30 y es una artista gráfica, que tiene un novio nuevo, una posible beca al exterior y un amor previo que se le aparece. Por último está Ana (Bernarda Pagés), porteña de treintaypico que diseña ropa (de novias) y prepara un casamiento familiar.. Cada una desarrollará su día hasta llegar al famoso test. Y lo que pasará irá marcando la evolución de esta comedia pretendidamente feminista, pero que apuesta más a un estilo de revista pop para teenagers (clips, collages, situaciones oníricas), como si la directora tuviera diez años menos que las protagonistas. Eso sí, cada viñeta o situación “clipera” está hecha, como toda la película, con el mayor cuidado. Lo que sobra es profesionalismo. Lo que falta es… interés. Como curiosidad, está el dato de que mientras las chicas colombianas y venezolanas son risueñas, sueltas y fiesteras, la argentina Ana es tensión y frialdad permanente. Siendo un filme esencialmente de producción venezolana, da una idea clara de cómo se ven a las argentinas en el resto de América latina. Lo que para ellos es una simpática “alerta naranja”, acá es una “alerta roja” de temer...
"Hace 30 años o menos una mujer plena era aquella que formaba una familia. Ese paradigma ha cambiado abruptamente en los últimos años. En la actualidad hay una presión social gigantesca en torno a la maternidad, pero también en cuanto al rol femenino en general, que incluye ser exitosa en lo profesional, en el ámbito personal y además bella, lo que prácticamente constituye una triple esclavitud". La venezolana Alejandra Szeplaki, a quien pertenecen las palabras, abordó esa problemática en su primer largometraje. Lo hace a través de tres mujeres -una venezolana, una colombiana y una argentina- a las que une el hecho de atravesar por la misma circunstancia: la posibilidad de estar embarazadas sin habérselo propuesto. Cada una responde de manera diferente: hay quien sueña con ser madre, quien no quiere ni pensar en el tema y quien titubea ante una u otra perspectiva de la misma manera en que titubea entre sus dos galanes. Estas historias paralelas ni siquiera llegan a ser historias sino apenas una sucesión de pantallazos que no alcanzan a definir los rasgos propios de cada personaje. Los conflictos se enuncian, no se expresan mediante la acción porque ésta prácticamente no existe: el chato guión (a su lado cualquier telenovela parecería un modelo de construcción dramática) recurre al uso y abuso de la animación y de otros recursos visuales inspirados en una estética que está entre el cuento de hadas al estilo Amélie, el desborde kitsch y la exuberancia cromática de un pelotero. El desfile de modas es perpetuo. Porque como conviene a esta hiperconvencional pintura del mundo de la mujer, las protagonistas, todas de clase acomodada a juzgar por sus vestuarios, están vinculadas con el diseño, la producción o la exhibición de indumentaria femenina (incluida la lencería, quizá para cautivar al ojo del eventual público masculino). Tanto color, tanta búsqueda vana de glamour, tanta superficialidad y tantos corazoncitos sólo consiguen empalagar..
La maternidad y un día Qué pasa por la cabeza de tres mujeres bien diferentes entre sí en tres ciudades de Latinoamérica es la propuesta ofrecida por la realizadora venezolana Alejandra Szeplaki en Día naranja (2009). Una alternativa para acercarse a un cine que refleja la idiosincrasia latina, por ende la nuestra. Tres ciudades -Buenos Aires, Bogotá y Caracas- son recorridas a lo largo de veinticuatro horas por tres mujeres a las que la maternidad les ha caído sin previo aviso. Lo que sucede por la mente de estas tres chicas en esos primeros instantes en que todo parece cambiar y como, de acuerdo a la personalidad y a la condición social de cada una, asimilarán ese estado es el núcleo de Día naranja. Alejandra Szeplaki elige teñir la historia de colores. Esto puede ser tomado como algo literal, ya que lo que estéticamente propone es distinguir cada una de las historias mediante el uso del color, pero también como algo metafórico ya que, si bien cada color tendrá un significado especial, podemos tomarlo como algo mucho más abarcativo para sostener que el engamado también está en los tonos buscados desde lo narrativo, que como una paleta abarca desde la comedia al drama pasando por el romanticismo y, en cierta medida, por el suspenso de lo que pasará. El relato se compone de tres historias independientes entre sí que en ningún momento se entrecruzan, protagonizadas por tres mujeres con personalidades disimiles y que gracias a ese rasgo identificatorio lograrán dotar a cada una de identidad propia. Es cierto que es una película de personajes femeninos en donde lo masculino siempre estará en un segundo plano, pero no por eso es una película feminista sino todo lo contrario. Habla de lo que le pasa a una mujer a partir de un hecho y no de cómo resolverlo sin los hombres. Día naranja sumerge al espectador dentro de un mundo propio, colorido y la vez abstracto, en el que la identificación con alguno de los personajes estará dada más allá de lo personal sino que estará en lo general de cada historia. Un cine para descubrir, un cine bien latinoamericano.
Una situación Intransferible Filme pequeño, de ciertos contrastes entre una cultura y otra que define a una América latina tan variada en su idiosincracia, como pintoresca, tiene en sus protagonistas: Carolina Riveros, Bernarda Pagés y Martina García, a las intérpretes ideales de esta colorida e ingenua historia. La cineasta venezolana Alejandra Szeplaki concreta un filme original, que se apoya en el diseño plástico, la animación, el collage y la música, que identifica a países como la Argentina, Venezuela y Colombia. En "Día naranja" sus protagonistas son tres mujeres de distintos países. Una es de Buenos Aires, la otra vive en Caracas y una tercera en Bogotá. Las tres chicas tienen en común el dilema del embarazo. Cada una tiene un novio, o un chico con el que salió varias veces, tuvo relaciones y no saben si en verdad están enamoradas o no, pero lo cierto es que cada una tiene que hacerse un test de embarazo, debido a que su reloj biológico, les da su voz de alerta. LOS NOVIOS Claro que si bien ellas son las protagonistas, tangencialmente, Alejandra Szeplaki, la directora, también se encargó de mostrar actitudes, comportamientos y formas de pensar de "novios" argentinos, venezolanos, o colombianos. Lo que da como resultado que no siempre son las chicas las que quieren a los niños, ellos también son capaces de conmoverse ante una noticia que sienten les da una mayor unidad a la pareja. Un aspecto curioso de este filme, contado a través de un lenguaje casi idílico, imaginativo por parte de la realizadora, es que en su mayor parte se encargó de que su guión ilustrara coloridamente -en objetos, recortes de papeles, vestidos, blusas, cuadros y ambientes- el estado que despierta en una mujer el saber, o pensar que está embarazada. Filme pequeño, de ciertos contrastes entre una cultura y otra que define a una América latina tan variada en su idiosincracia, como pintoresca, tiene en sus protagonistas: Carolina Riveros, Bernarda Pagés y Martina García, a las intérpretes ideales de esta colorida e ingenua historia.
Òpera prima de la directora venezolana Alejandra Szeplaki, Día Naranja es un film dotado de sobredosis de femineidad pero ataviado por un inusual caudal de creatividad y poesía visual. Coproducción entre Argentina y Venezuela, el film atraviesa por tres ciudades latinoamericanas que contienen tres breves historias protagonizadas por sendas mujeres en estado de gestación. Tres disímiles actitudes y posturas frente a esa inminente posibilidad por parte de Patricia en Caracas, que ansía estar embarazada, Ana en Buenos Aires, que desea con fuerzas no estarlo, y Sol en Bogotá, cuya indecisión arrastra además a dos hombres diferentes. Sin otra conexión entre ellas que su condición, la película entrelaza la triple trama a través de una idílica visión estética de las tres urbes –con una singular búsqueda de locaciones- y por las fantasías de las doncellas, expuestas en imaginativas imágenes que reflejan sus sentimientos, sueños y sensaciones. Szeplaki concibió, valga la metáfora, una personal representación visual ya desde los formidables títulos, apelando a atrayentes recursos gráficos y expresivos, junto a un buen guión escrito por ella y Leticia Castro. Más allá de escenas no muy logradas y una escasa marcación actoral, Día Naranja propone una valiosa experiencia sensorial, complementada por buena música y canciones, que el público femenino sabrá apreciar especialmente.