A 16 años de la muerte de Diana de Gales se estrenó un film sobre los dos últimos años de vida de la princesa. El director alemán Oliver Hirschbiegel, con el guión de Stephen Jeffreys, más cercano a una serie televisiva que a una película, con excesos de diálogos acartonados y extensas parrafadas para demostrar teorías absurdas sobre la realidad de plebeyos y nobles, no consiguió dar el tono justo a la complicada vida de la princesa.
Durante años el padre de Dodi Al-Fayed, dueño de Harrods y sin lograr ser ciudadano inglés, insistió en la teoría de la conspiración y que el accidente fue un atentado perpetrado por el M16, mientras la casa reinante guardaba silencio sepulcral sobre el tema. Todo parecía haber quedado en el olvido hasta que el filme “Diana” salta al “screem” global, en momentos en que la monarquía tiene un nuevo heredero, y la felicidad de Charles y Camila ya es sello real, y pone un señalador sobre la figura que creó serios conflictos a la corona, por momentos inmanejable, y de quien se había dicho poseía un serio desequilibrio emocional.
Oliver Hirschbiegel al pretender instalar en la pantalla una biografía de Diana, lo que ha hecho es crear un personaje totalmente ajeno a ella, falso y sin el ángel que la caracterizaba, ni la soledad que la rodeaba. En ésta producción puede decirse que a pesar de los intentos de Naomi Watts, por ser una con la princesa, sólo consiguió una imagen fría y distante, como una marioneta de Spitting Image, de la que no es posible creer que hubiera estado tan enamorada del médico paquistaní Hasnat Khan (Naveen Andrews, "El paciente inglés" -1996-, y "Lost" en televisión 2004-2010), y haya cometido tantos escapismos a lo Hudini para huir de su guarda espaldas o la prensa.
Por otra parte, no toda la culpa es Naomi Watts, sino del guión de Stephen Jeffreys que no consigue darle alma a Lady Di. Su personaje es irreal aunque grafique hechos reales: ir a Angola, caminar sobre un campo de minas antipersonales, realizar viajes filantrópicos e infinidad de actos públicos, y al que nada parece importarle tanto como su obsesión por obtener el amor de Hasnat.
El filme está plagado de situaciones inverosímiles, una de ellas es la de ingresar en el departamento del médico, mirar a su alrededor, y tratar de limpiar la mugre en la que éste vivía, como lavar platos y vajillas o ponerse de rodillas a fregar el piso. Esa acción no la cree ni la mismísima Diana, como tantas otras que ocurren en la narración.
La película, basada en “Her Last Love” (“Su último amor”) de Kate Snell, de pretendido romanticismo, parece más una recreación de los titulares de los medios gráficos y la televisivos sobre la vida y la trágica muerte de Lady Di.
Lo cierto, de Diana, es que su muerte pasará en la historia como otro de los crímenes sin resolver, y como un argumento maravilloso para que Agatha Christie haga lucir a Hercule Poirot o a Ms. Mrs. Maple.