Naomi Watts tomó una apuesta arriesgada. Diana es venerada en Gran Bretaña y cualquier acercamiento a su figura, siempre iba a ser sujeto de discusión, debate y controversia. La verdad, debo reconocer que esperaba un enfoque distinto a su figura, pensando que Oliver Hirschbiegel (el director de la monumental "La caída") estaba acostumbrado a conmover y perfilar sujetos de manera muy personal.
Es importante saber que no es esta, una biopic convencional. No hay muchos hechos políticos descriptos con detalle y particularmente, se centra en los dos últimos años de la vida de la malograda Princesa de Gales y su supuesto romance con el cirujano paquistankí Hasnat Khan (Naveen Andrews).
El guión de Stephen Jeffreys está basado en el libro de Kate Snell que, debo decir, se aleja de la mirada política y se centra en la cuestión íntima e invisible (para la gente) de la vida de Diana. Lo que la historia intenta plantear (de manera larga, a veces tortuosa aunque con un prolijo encuadre visual) es que la plebeya más famosa del siglo XX la pasaba mal y estaba muy sola. Elemento, que quien incluso superficialmente está en tema, conoce, y muy bien.
La vida de Diana era vacía, desde los afectos y rica en eventos sociales. Lo que la cinta presenta es que su relación con Khan le dio impulso para modificar en cierta manera su forma de encarar la opinión pública y usar la prensa a su favor en temas delicados, como el tema de la recuperación para la agricultura de tierras minadas.
Debemos decir que Naomi está muy bien (es un actriz magnética, convengamos), y Andrews la acompaña con solvencia. El problema es que siendo Diana quien era, la novela color rosa que presenciamos es bastante convencional y previsible. Hirschbiegel desperdicia una gran oportunidad, al atarse mucho al guión y dejar de lado las complejas implicancias entre la Corona y su grupo de asesores. Quienes hemos visto otras biopics de la misma persona, sabemos que ahí hay todavía mucha riqueza para analizar.
Ese costado, aquí, está ausente. En ese sentido, "Diana" aporta poco a su figura y si no estuviera Watts al frente del elenco, me atrevería a decir que es sólo una discreta historia de amor entre dos personas de distinta clase social (lo cual, es poco, teniendo en cuenta las expectativas que teníamos). Otra vez será.