Angustia y virtualidad
Diario de Ana y Mía (2012) es un documental que se cuela en la intimidad de cuatro mujeres argentinas y que con sutileza muestra el dolor que cada una acarrea por su deseo insatisfecho de perfección.
Diario de Ana y Mía acerca sutilmente a los espectadores a la vida íntima de Carrie, Fabiana, Fiorella y Rocío. Con un relato pausado y una narración clara, sin morbo ni golpes bajos, el documental pone en pantalla la doble vida de estas cuatros mujeres. Por un lado, en la cotidianidad aparece su deseo de ser perfectas, su conflicto con la propia imagen y un dolor inconfesable atravesando todas sus experiencias; y por el otro, en la vida virtual, se extiende el espacio liberador donde pueden compartir sin tabúes sus secretos y angustias. Así, pendulando entre uno y otro, el documental problematiza y ejemplifica una faceta más del fenómeno de la sociedad en red que impera, desde la irrupción de Internet, en todas las relaciones humanas.
En el primer documental de Alejandra Martín la vida de las protagonistas sucede sin sobresaltos aparentes. Aunque enfermas y angustiadas, nunca se escandalizan ni sufren exabruptos. Con sugestión y buen tono, Diario de Ana y Mía introduce de a poco a los espectadores en ese mundo extraño naturalizado por las protagonistas. Y si bien por momentos provoca escozor, es más lo sugerido que lo mostrado. Con tono monocorde y sin llegar a un clímax, el documental se mantiene expectante a lo largo de todo su desarrollo.
Con la música intrigante de Pablo Trilnik, sobre la que se monta parte del suspenso de la trama, el documental asume algunos riesgos. Como los inolvidables planos de la boca de Fiorella comiendo ravioles o aquellos donde Carrie se esfuerza haciendo ejercicios físicos. Además, cuenta con una secuencia -moralmente necesaria- en donde se encarga de hacer evidente cómo la publicidad y los medios de comunicación reproducen y alimentan ese imposible deseo de la perfección.