Y que va a hacer de mi camino o mi destino? (….) Lo peor y más triste es que no tengo respuesta. Y ni una triste palabra ajena que logre levantar este ánimo pobre…”
Así arranca el documental de Alejandra Martín, “Diario de Ana y Mía”, sobre los lazos en el mundo virtual de adolescentes que sufren de bulimia y anorexia. No es un cinta fácil, les anticipo.
Si lo que esperan ver es un enfoque tradicional, o clínico de cómo estas enfermedades afectan la vida de nuestras jóvenes, esta no será su película. Aquí, Martín hace un seguimiento profundo e íntimo, de la vida de 4 mujeres, que representan, de alguna manera, una pequeña muestra de un universo complejo donde no hablamos sólo de comida, delgadez o imagen corporal… hablamos de vida, muerte, adaptación, lucha y tal vez, resignación. Con todas las letras, símbolos, íconos y caracteres en pantalla…
Ah, ya deben saber que “Ana”, es una persona con anorexia y “Mía”, con bulimia, denominaciones que las chicas utilizan en la red para contar quienes son y que las atraviesa. El hecho de ser princesa alude a este ideal de belleza que buscan como manera de ser aceptada en este mundo donde no sienten pertenecer…
Circula en este registro, abundante material para bucear en las motivaciones de estas mujeres, en cómo se ven a sí mismas, en su sensación de soledad constante, la percepción de dolor y angustia infinita que sienten. Estremece oírlas. Por su edad. Porque las sabemos en riesgo. Y porque los parámetros de belleza que están instalados en nuestro mundo posmoderno no les dará tregua. El mundo no se detendrá a mirarlas, si ellas no logran establecer defensa contra él.
De alguna manera, ellas lo saben. Por eso utlizan internet, sea un blog o las redes, para abrirse y compartir esto que las agobia.
Rocío, Fiorella, Carrie y Fabiana pueden ser tus compañeras de curso, las hijas de tu vecina o tus propias hijas. Cada una de ellas relata su camino y su combate personal para sostenerse en pie en esta vida. Sus historias son fuertes (pérdidas físicas, desconcierto, tristeza, alienación, incomunicación, aislamiento) y Martín elige presentar rostros, muchas imágenes de blogs y fotologs y fragmentos de entrevistas simples y movilizantes.
Su efectividad para la transmisión es notable. Sobre todo, porque se apropia del lenguaje de este grupo y puede retransmitirlo de manera clara, atendiendo a un espectador corriente y casual.
Promediando el documental, me dí cuenta que poco sabemos de ellas y su mundo, vivimos en una sociedad tan veloz y violenta que aquello que es sutil, nunca parece tener entidad. Se lo devora el fondo. Y hay mucho aquí para preocuparse. Demasiado diría.
Alejandra Martín, directora de fotografía, egresada del ENERC, docente y realizadora (y con una carrera que incluye trabajos con Paula de Luque y Tatiana Mereñuk), se luce en el recorte y montaje del material. Logra producir un doc que atrapa, desde el primer momento y al que hay que prestarle mucha atención. No es un tópico que se esté abordando en este año, así que bienvenida su llegada a sala.