Aventuras bohemias en el Caribe
En tono de comedia, el film recrea livianamente las historias del libro de Hunter S. Thompson.
Existe, existió, algo denominado periodismo gonzo cuyo inventor y único cultor fue Hunter S. Thompson, un cronista que concebía su actividad desde la propia experiencia y la raíz del asunto periodístico. Ver e investigar para después contar era para el estadounidense el primer paso para sumergirse en el objeto de interés hasta el fondo, dejando pedazos de sí para que el resultado fuera auténticamente verdadero.
Desde la cobertura de campañas presidenciales, pasando por una temporada en los márgenes con la banda de motociclistas Hells Angels, las notas de Thompson salteaban realidad y ficción y los textos que salían de su máquina de escribir marcaron una época.
Entre las obras que llegó a escribir antes de suicidarse a los 67 años figura El diario del ron, un libro que registra su paso por Puerto Rico como periodista para varias publicaciones. Bruce Robinson adaptó para el cine la novela y que por alguna razón –que debe tener que ver con la categoría de galán de Johnny Depp–, se estrena en la Argentina como Diario de un seductor.
La recreación de Robinson sobre las aventuras de Kemp, claro alter ego de Thompson, un escritor alcohólico que llega a Centroamérica para trabajar en un diario en ruinas, en el comienzo es fiel al libro, pero pronto se deja ganar por el tono de comedia que significa un grupo de borrachos nihilistas perdidos en el trópico que apuran sus páginas en la redacción para ahogarse en ron, lo verdaderamente importante.
Depp, casi en plan del Jack Sparrow de la saga Piratas del Caribe en su versión alcohólica, compone al escritor puesto en periodista que primero ve con cierto estupor el ambiente que lo rodea. Después, en compañía del fotógrafo Sala (el gran Michael Rispoli), se sumerge como uno más de los personajes pintorescos y bohemios del staff del diario, pero pronto se ve involucrado en los negocios turbios de un grupo inversionista comandados por Sanderson (Aaron Eckhart) y en un romance que no aporta demasiado al relato.
Diario de un seductor entonces es una transposición lavada de la prosa de Thompson, con algunos momentos interesantes y que puede ser tomada como la precuela de Pánico y locura en Las Vegas (Terry Gilliam, 1998), otra floja adaptación también protagonizada por Depp, aunque su puesta más lisérgica, definitivamente fue más coherente con el espíritu salvaje del escritor.