La Simpleza no tiene misterios
El director Carlos Sorín vuelve a filmar sus historias mínimas en la patagonia, y lo hace con la simpleza y cotidianidad de pequeños personajes inmersos en el grandísimo paisaje solitario. Esta vez es un hombre cincuentón de quién no sabemos y ni sabremos mucho (estupendo Alejandro Awada) que viaja a intentar, ya sea pescar tiburones -que no sabe- y visitar a su única hija -que tampoco sabe bien donde está ni como-, quizás el espectador intuya un pasado sombrío en la vida de este ex-alcohólico viajante de comercio, y un sin porqué de alejamiento de su descendencia familiar.
Como Sorín suele mostrar, agrega al pasar personajes secundarios que acompañan de a ratos la vivencia del viajero, quizás donde mejor lo hizo fué en su "maldita" peli nunca estrenada en salas, pero sí en el cable: "Eterna sonrisa de New Jersey" que protagonizara Daniel Day-Lewis en 1989. Ellos son aquí: un entrenador de box conversador y su pupila, el dueño de la lancha pesquera, y un trío de turistas colombianos, seres que conforman un panorama variopinto que encastra perfectamente en el cine del realizador de "La película del rey" y "El Perro". La máscara de Awada es notable, sus silencios, sus gestos, su sonrisa -hoy por hoy es la mejor sonrisa del cine argentino, o sea la más creible-, la motividad de sus charlas breves con los lugareños, el reencuentro con su hija y en una escena antológica cuando rememora junto a ésta su supuestas dotes para "il bel canto", no hacen más que destacar la presencia otra vez de este magnífico actor que protagoniza una búsqueda, y de los encuentros y desencuentros que trata este filme recomendable.